Papa Francisco disfrutó con las sopaipillas de la Tía Sonia

El 14 de diciembre Sonia Castro (76) barría y lloraba desconsoladamente. Sólo la llegada de uno de sus hijos la calmó. "Abrázame, hemos sido bendecidos", fue lo único que le dijo.

Ese día se enteró de que era la encargada de hacer las sopaipillas que comió ayer el Papa Francisco en su visita al Santuario del Padre Hurtado.

Emocionada, se sentó junto al Sumo Pontífice y ambos disfrutaron del banquete, que también incluyó mate.

"Ojo que en la bendición no pedí que cayeran mal al hígado, porque tienen muy buen olor", bromeó el Papa tras bendecir los alimentos.

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Sonia también comió una de las mil sopaipillas que hizo para el evento, ya que también se repartieron entre los asistentes.

"Me dijo que estaban bien buenas y luego me bendijo", confesó tras la ceremonia.

Recordó que apenas durmió tres horas para preparar todo. "Partimos a las cuatro de la mañana. Me ayudaron tres hijos, una sobrina, un yerno, mis nietos. En total, éramos diez, pero todo valió la pena", afirmó.

La coordinadora de siete clubes de adultos mayores, y que vive al ladito del Santuario, confesó que jamás imaginó que su trabajo la llevaría a estar tan cerquita del Papa.

"Partí vendiendo dobladitas y pan amasado. Ahora, tengo pastel de choclo, humitas, empanadas y sopaipillas. Jamás pensé que por eso estaría tan cerca de un Papa. A Juan Pablo II también lo pude ver, pero de lejos. Hoy (ayer) estuve a su lado", señaló.

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La Tía Sonia contó que la idea de invitar al Papa a comer este tradicional producto chileno la ideó el capellán nacional del Hogar de Cristo, Pablo Walker.

"El Papa Francisco le dijo una vez que le encantaban las sopaipillas. Entonces él le dijo que lo invitaba a Chile y le prometió esperarlo con eso y con un mate".

Isabel Reina Castro, hija de Sonia, que también estuvo en la tarima que se creó específicamente para recibir al Papa, donde se compartió con otros 27 "patroncitos" del Hogar de Cristo, aseguró que "cuando me enteré de todo esto quedé en blanco. Sólo dos días después dimensioné lo que era estar cerca del Papa".

Agregó que "veo a mi mamá feliz. Creo que es merecedora de todo lo que le tocó vivir hoy. Me enorgullezco porque sé lo que ha sufrido. Esto es una bendición para ella".

Encuentro

Sonia, que fue una de las 200 personas que asistieron al encuentro papal, espero ansiosa su oportunidad de hablar con Bergoglio.

Tranquila esperó durante 40 minutos por el Sumo Pontífice, quien se encontraba reunido en la tumba del Padre Hurtado con jesuitas, muchos con los que le tocócompartir cuando estuvo en Chile durante 1967.

"Cuando lo vi sentí mucha tranquilidad en él. Es muy humilde", recordó.

Sonia, que sueña con su negocito propio, reveló que como ahora cuenta con el visto bueno del mismísimo Papa venderá de otra manera su apetecido producto: "Ahora las voy a vender como las sopaipillas celestiales".

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