"Para ser fiscal hay que tener pasión por la pega"

"En general, hoy fue un día relajado", dice con modestia el fiscal de la Región Metropolitana Sur Marcello Sambuceti (33), cuando falta poquito para que el reloj de su oficina marque las 22 horas.

Desde las 8.30, el representante del Ministerio Público ha corrido entre lecturas de carpetas, audiencias, juicios, capacitaciones a polis, solicitudes de allanamientos, redacción de órdenes de investigar, entrevistas a víctimas e interrogatorios a detenidos, pero insiste en que la jornada estuvo piola en comparación a otros días "más movidos".

Apenas termina de pronunciar la frase entra a la oficina su jefe, Marcos Emilfork, de la Fiscalía Especializada de Robos y Audiencias, y le pasa un cerro de carpetas que debe revisar lo antes posible. Con la cara llena de risa, y mirando la hora de reojo, Sambuceti confiesa: "Para ser fiscal hay que tener pasión por la pega".

Muy colgados por el trabajo que realizan a diario los 656 fiscales del país (ocho por cada 100 mil habitantes, cifra similar a Surinam), quienes suelen ser pelados por jueces, policías, políticos y víctimas de delitos, que los consideran flojonazos, La Cuarta acompañó a este persecutor en su jornada laboral. Convertidos en la sombra del hiperactivo Sambuceti, quedamos lengua afuera.

"Yo, que no tengo muchas causas, ahora estoy con 300. Hay otros fiscales que tienen 2.000 casos", explica el abogado, quien es interrumpido a cada rato por llamadas de los polis que le piden instrucciones para saber qué hacer con los chinches que detienen.

"Mis casos significan 300 víctimas y 300 imputados, y todos los involucrados quieren hablar con uno: Policías, víctimas, testigos, etc. En términos prácticos, eso es imposible", apunta el fiscal.

CUERO DE CHANCHO

Hijo de constructor civil y administradora pública, Marcello es el segundo de tres hermanos. Egresado de la Casa de Bello, partió entusiasmado con la Reforma Procesal Penal en Santiago en 2005, pero el ritmo de trabajo le costó el matrimonio. "Me he desencantado y me he reencantado. Para seguir adelante les pongo cara a las investigaciones. Pienso en las víctimas y eso me motiva a trabajar", sostiene.

Pese a la gran responsabilidad que recae en sus hombros, su pega está llena de pellejerías. Como la Fiscalía Sur sólo tiene un vehículo, muchas veces debe movilizarse en su propio toco, y la bencina la paga Moya. En el Centro de Justicia deja su auto en el estacionamiento de público, porque el privado sólo es para funcionarios del Poder Judicial. Varias veces se lo han rayado.

Los fiscales tampoco pueden entrar al edificio por una puerta aparte, así que usan el ascensor donde van todos los familiares de imputados. Algunos cumas los reconocen y basurean y ellos sólo pueden hacerse los locos.

Pero Sambuceti no se queja y dice que en su labor hay mucho corazón: "Yo creo que estoy cumpliendo un rol y un deber social. Aporto con un grano de arena al servicio público y creo que hay que tener cuero de chancho".

Lo que más jode a su gremio es el tiempo. "Me encantaría conversar con todas las víctimas e ir a todos los sitios del suceso, ¡pero no se puede! Muchas veces tienes una agenda y no puedes cumplirla. Los recursos son limitados", señala.

Aunque diariamente deja las suelas en la calle y los nuevos casos engrosan diariamente sus carpetas, Sambuceti no se desanima: "Es reconfortante sentir el agradecimiento de una víctima que se sintió protegida y escuchada porque tu trabajo permitió sacar a un delincuente de circulación".

ASOCIACIÓN NACIONAL DE FISCALES: "ESTAMOS COMO CIRCO POBRE"

Pedro Orthusteguy, vicepresi de la Asociación Nacional de Fiscales, alega que el Ministerio Público está haciendo malabares y la cosa va directo al colapso. "Inicialmente la reforma, en el 2000, estaba pensada para un promedio de 700 causas anuales por fiscal. Hoy, en promedio, son 2.000, así que estamos con un déficit de fiscales prácticamente de la mitad de la dotación", alegó.

"Es imperioso fortalecer la planta, el equipo de trabajo, no solamente los fiscales. Hoy, un fiscal está trabajando en promedio con un asistente y medio abogado. Como mínimo debería trabajar con un equipo de 4 a 5 personas, para poder tramitar adecuadamente las causas. Estamos como circo pobre, el fiscal tiene que hacerlo todo", se lamentó.

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