La iniciativa desarrollada por Sebastián Quinteros y Fabiola Quezada cambió la cara de los quioscos playeros del litoral, por una propuesta sustentable, cercana al patrimonio natural y cultural del borde costero.
Al llegar a Algarrobo se nos presenta Koru, un quiosco que se aleja de los clásicos puestos playeros del Litoral Central para presentarnos una propuesta que vincula el patrimonio natural y cultural del balneario, brindando una linda experiencia a las viajeras y viajeros que llegan a la comuna.
Desde tempranito, las clases de yoga o entrenamiento funcional ($3.000 que incluye un líquido) invitan a los visitantes a encontrarse con los sonidos, colores, aromas y paisajes que ofrece el lugar, ubicado en la Playa Los Palos.
Las instalaciones cuentan con una biblioteca y gimnasio playero, punto de reciclaje, agüita y comida para los perritos que se pasean por la zona, estacionamiento de bici, hamacas y cancha de vóley.
Además, venden artesanías, lentes de sol, arriendan quitasoles o sillas, desde donde se puede pedir la carta Koru, en que lucen los alfajores artesanales ($900) de @novenoartegourmet, la empanada con pino de berenjena ($2.000) de @javiconchacocina o la burguer vegetariana de la casa ($2.200), entre varias preparaciones, que se pueden acompañar de té, café, refrescos o infusiones (desde $1.000).
La jornada puede continuar con una clase de stand up paddle ($15.000), donde el instructor te capacita para subir en la tabla, pararse y remar. También cuentan con arriendo de equipos acuáticos.
Durante la tarde, puedes contemplar una maravillosa puesta de sol y escuchar a músicos que llegan a poner melodía al atardecer que despide a las aves locales, que se van en busca de su refugio nocturno, mientras el fuego se enciende en talleres de malabarismo que han impulsado.
Cuando las críticas continúan por quioscos instalados sin control en playas de Algarrobo, como El Canelo, la experiencia Koru nos brinda una chance para el rescate patrimonial de espacios turísticos y culturales del borde costero, acercando la naturaleza y la cultura a los visitantes. Y es que se enlaza con su nombre Koru, que en maorí significa el desarrollo de una nueva vida, la necesidad del esfuerzo para el crecimiento, el despertar de tu fuego interno o las oportunidades. En sí, que podemos comenzar de nuevo.