Nuestro redactor patachero se explaya en el diario pop sobre los beneficios de uno de los clásicos de la época del frío. "El secreto de un buen navegao parte por el vino. Si es malo, le va a salir cualquier cosa, porque un vino malo, al calentarse, mejor ni asomarse, como decía mi finao taita".
Oiga, ahora que mi comuna pasó a la Fase 2 con la Martuca pensamos si traer un invitado, para romper la monotonía digo yo. La Pepa, mi hija, quería traer a su pololo, pero le dije que ese honor va a corresponder a mi gran amigo Mañungo Pérez. Además, le dije, hay que mantener los aforos bajos.
Así que con mascarilla llegó el Mañungo, y manteniendo la distancia social y todo lo que se dice que hay que hacer. Mire, a esta edad, mejor ni arriesgarse, ¿ah?. Andaba con cara larga la Pepa, porque quería que estuviese su pololo, pero el Mañungo con un par de tallas que aprendió en sus años de ferroviario la hizo reír.
Y la Pepita hizo más grande su sonrisa cuando vio lo que traía el Mañungo. Un botellón de vino tinto merlot. "Pa que hagamos un navegao poh iñor, ya que ya hace tanto frío". Y en qué topamos, le dije.
A ver, el secreto de un buen navegao parte por el vino. Si es malo, le va a salir cualquier cosa, porque un vino malo, al calentarse, mejor ni asomarse, como decía mi finao taita que en paz descanse en el Cementerio General.
Mire, escoja bien, tampoco se gaste todo el dinero del mundo. Pero el Mañungo trajo un botellón de merlot bastante bueno. Eso es lo que me gusta de Chile, se pueden conseguir buenos vinachos a precios económicos. Pal bolsillo popular, pueh.
Así que con el Mañungo nos pusimos manos a la obra para hacer un buen navegao. Por suerte, teníamos todo. Las naranjas, clavos de olor y ramitas de canela.
Importante, cuando le eche el vino a la olla (y todo lo demás), nunca deje que hierva. Si no, ahí sí que se le va a echar a perder la cosa poh. Al Mañungo siempre le pasa cuando hace navegao, así que ahora me preocupé yo. Mire, si la cocina no es para estar paveando, ¿ah?
Hay gente que le echa las puras cáscaras de naranja, pero yo mire, le recomiendo, échelas en rodajas. Le va a saber mejor. ¿Qué es eso de echarle las puras cáscaras? Noo pueh.
Mire, de ahí son como 10-15 minutos. Vaya regulando el fuego. Que no se le vaya a hervir el vino, ¿ah? Póngale a fuego lento. Si su cocina es de esas eléctricas, parta como en el punto 2, y luego la baja al 1. Son re lentas esas cocinas, por lo mismo, hay que estar más atento.
Hay gente que le echa azúcar luego de esos 10-15 minutos, yo la verdad, no lo recomiendo. Pero es cosa de gustos. Oiga, si el vino tinto y las naranjas ya es suficiente dulce, ¿no?
Oiga, otra cosa importante. Cuando termine ese tiempo, déjelo reposar unos minutos. Hay gente que llega y sirve. Error. Lo mejor es que repose un poco para que los sabores asienten bien. Unos cinco está bien, para que no se le enfríe mucho la cosa y se sirva calentito.
La Pepa se sumó al menjunje y exprimió jugo de naranja, hija de tigre, ¿ah? Claro, porque el jugo de naranja hace que las rodajas no se oxiden y se pongan amargas con la cocción. Écheselo cuando apague el fuego, y por eso mismo, déjelo asentarse. Si las pausas son importantes en la cocina pueh.
Pasados los cinco minutos, la Martuca trajo los vasos y comenzamos a servir. Estaban todos contentos. Hasta apareció mi cabro chico, el Martín. Quiso tomar el perla, pero ya, bueno, le dimos un poco, cabro chico agrandado este. Por puro que eris del Nacional. Después del salud, la Pepa me dice "Papá, ¿y la próxima semana puede venir mi pololo?".
Lo vamos a pensar, Pepita. Lo vamos a pensar.