A Paulina Rossel su hijito le abrió los ojos y hoy es la "pascuera" del hospital

La vida de Paulina Rossel cambió drásticamente el Día del Padre de 2011. Aquella tarde de junio, su hijo León, de un año y cuatro meses, sufrió un accidente casero y terminó con el 20% de su cuerpecito quemado, luego de que una taza de café hirviendo le cayera sobre el pecho. Sí, fueron días difíciles pa' toda la familia, pero algo hizo "clic" en esta periodista egresada de la Usach.

"Lo operaron cuatro veces, con injertos y todo lo que eso conlleva. Estuve un mes en el hospital, pero ese tiempo se sintió como un año. Un día llegó alguien y me regaló un cepillo de dientes. No tengo idea quién fue, pero para mí significó mucho, eso me sacó del dolor. A partir de ese momento pensé que a mi hijo le podría haber pasado algo peor, pero no. Supe que tenía que aportar", explicó Poly, quien hoy trabaja en el Ministerio Secretaría General de Gobierno.

¿Y qué hizo, entonces? Mientras acompañaba a su pitufito en la recuperación, creó lazos con otros niños internados en el Luis Calvo Mackenna. "Había una chiquitita peruana que fue quemada por su padre y estaba abandonada. Yo le pasaba juguetes para que se entretuviera. Luego supe que la doctora y la enfermera la estaban protegiendo para que no volviera a su hogar", soltó Rossel.

Pero su mayor compromiso vino después. Para el "Día del Niño" del 2012 se puso las pilas y armó la primera campaña para reunir juguetes y llevarlos al hospital, y no paró más. "Durante este tiempo lo he hecho sola, pero pido cooperación por redes sociales. He tenido el apoyo de harta gente, incluso algunos participan con disfraces al momento de entregar los obsequios. ¡Son todos bienvenidos!".

- ¿Y cómo ha sido la respuesta de los enanos?

- A ellos los sacas del tema, se ponen tan contentos cuando te ven llegar, que a veces ni pescan el regalo. Sólo quieren conversar con alguien. Tengo súper presente la historia de otra niña que cayó de un segundo piso, y cuando estaba internada lo único que quería era que jugaran con ella.

Pascuera para todos los niños

- Los padres reciben bien estas actividades, me imagino...

- ¡Sí! Y cuando cuentas tu historia empatizan más. Además, hay muchos papás que vienen de regiones y se sienten muy solos.

- ¿En algún momento te ha afectado más de la cuenta estar en contacto con los niños?

- Para nada. Sentir pena no sirve acá. Y lo digo muy claro: no me siento una heroína; es la gente que ayuda desinteresadamente. Cuando dejas el hospital te vas con tantas sonrisas, que la energía es mil veces mayor a la que tú les puedes dar.

- ¿Las visitas sólo están dirigidas a la unidad de quemados?

- ¡Nooo! Ellos cuentan con ocho camas; nosotros visitamos todo el recinto, tanto oncológicos como hospitalizados y enfermedades respiratorias. En algunos sectores no podemos entrar por el riesgo de contagio, pero a los niños les mostramos los juguetes por la ventana y se ponen felices igual.

- ¿Algo más que les falte?

- Este año visitamos hogares de menores y nos dijeron que los niños necesitaban libros, así que es el próximo objetivo. Eso ayuda a desarrollar otras habilidades y se entretienen. Lo otro que nos gustaría es conseguir voluntarios para tener un sitio web, así vamos informando de las actividades y podemos demostrar que los regalos llegan a los niños. Le daría más seriedad al tema.

Documental en Haití

Ya en su época universitaria Paulina comenzó a sentir que le "picaba el bichito" social. De hecho, para su tesis se trasladó a Haití en 2005, junto a Susana Vera, su partner, para preparar un documental.

"Viajamos como tres veces ese año. Fue la primera ayuda civil del gobierno de Chile a Haití. Junto a la Junaeb, se intentó entregar leche y galletas a los niños a través de un programa piloto", indicó la periodista.

-¿Eso también desarrolló tu lado más solidario?

-Sin duda, pero tenía 23 años, sin hijos. Cuando vi el sufrimiento de las personas dije que mi pega debía tener una repercusión social.

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