Peluquera cambió a ''las viejas'' por machos barbones

Andrea Cortés estudió peluquería cuando vivía con su familia en Miami. Hace 11 años regresó a Chile con un divorcio a cuestas y con un cartón de estilista bajo el brazo. Así, tiempo después, instaló una peluquería en su casa de Peñalolén.

Atendió durante cuatro años, principalmente a mujeres como casi todas sus colegas, pero hace trestemporadas dijo basta, porque se había choreado de los caprichos de su género.

“¡Me aburrieron las viejas!”, soltó de una sin anestesia. “Nunca quedaban satisfechas, no sabían qué color de pelo querían, qué largo, qué forma... así que investigué y descubrí que no habían muchas barberías y se me ocurrió instalar una en donde ahora está completamente prohibida la entrada de mujeres”, contó con una navaja en la mano por si alguna fémina asoma un pelo por su negocio.

Andrea cambió la decoración del lugar que ahora huele a testosterona y  bautizó como “Andreopolis Barbershop”, el cual funciona en su casa junto al patio pasando el antejardín, el living y la cocina.

Para un macho con las gónadas bien puestas la barbería es lo más parecido al paraíso que se puede encontrar en la zona oriente de la capital. Andrea adornó sus paredes con guitarras rockeras, bajos, radios y teléfonos antiguos, cascos de guerra, espadas, figuras de Elvis Presley, del Señor de los Anillos.. Hay también un gato chino de la suerte, casettes grabados de la radio y autitos de colección para que los hombres se sientan cómodos.

“Los regaloneo, les ofrezco whisky, cerveza o un corto de pisco y la barba les queda mejor que nunca, porque cuando se la cortan ellos generalmente se dejan la embarrada; un lado más corto y cuando lo emparejan queda peor”, contó.

Parlanchines

Los precios de “Andreopolis Barbershop” son acordes con su solvente clientela y dependen del servicio. El corte de barba sale $7.000, el corte de pelo $8.000, el afeitado completo $10.000, y el corte de pelo y barba $15.000.

Sobre el perfil de sus clientes, que la tienen bien ocupada de lunes a viernes y sábado por medio, Andrea contó que van todo tipo de pericos como médicos, abogados, ingenieros, técnicos... de todas las edades, quienes “son bien parlanchines y me han contado sus mejores secretos” (incluidos los que ocurren en el ring de cuatro perrillas) y que ella se llevará a la tumba como buena profesional.

A quienes ha atendido poco son hipster de barba larga que la usan sólo para pintar el mono.

Los clientes de la barbería aumentan cada mes gracias a las recomendaciones de quienes quedan felices por el regaloneo de Andrea. Por eso la barbera está pensando ampliar su negocio de calle Mar Tirreno y contratar a más ayudantes, porque ahora sólo tiene uno.

El marido de la mujer de la navaja es dueño de las guitarras que cuelgan de los muros y es un gran ejemplo de su trabajo, porque luce una larga barba más cuidada que niña bonita. Él se deja querer y disfruta siendo el modelo de que refleja las buenas manos de la peluquera, la misma que se aburrió de las viejas reclamonas e inconformistas.

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