El Papa Francisco está tratando de hacer cambios en un intento por reconstruir las confianzas quebradas por los delitos e impurezas de hombres que fueron llamados a seguir a Cristo.
Los delitos de Santuario terminaron con la salida -no sorpresiva- del ex hombre fuerte de la Iglesia en Santiago, Ricardo Ezzati. Tildado y acusado de encubridor, él partió con la simpleza de los inocentes ("me voy con la conciencia tranquila"), pero con una pesada cruz generada por el rechazo de miles de creyentes a raíz del silencio y de la protección hacia los pecadores con sotana.
Y mientras tanto, ¿cómo se debilita la Fe, en una sociedad cada día más necesitada de Cristo? Pero de ese Cristo real, de carne y hueso, que sobrevive en los vertederos, y duerme en las veredas, del enfermo que muere en los hospitales, de los encarcelados y del que nada tiene.
Hay que recordar que de doce apóstoles que veían y tocaban a Jesús, uno lo traicionó. Con los sacerdotes, pasó un poco lo mismo. El número de 12, creció. El número de traidores, también…
La información oficial dice: "Se fue Ezzati, El Papa aceptó su renuncia y nombró a un reemplazante". Pero en el fondo, ¿qué significa esta decisión del Santo Padre, Francisco I?
Para el vocero de la Red de Sobrevivientes de Abusos Eclesiásticos, Helmut Kramer, la demora del Papa en esta nueva decisión plantea que el Vaticano debe hacer "cambios profundos" en su sistema interno de justicia.
Los sacerdotes culpables deben pagar con cárcel.
Llegó el momento de "reconstruir la iglesia devastada por pecados y delitos" a causa del clericalismo, el abuso de poder, Ia indolencia y la falta de conciencia crítica del laicado.
Debemos trabajar para cumplir el sueño de una iglesia horizontal, participativa e inclusiva. Frente a la crisis, los laicos queremos soñar con una iglesia "constituida por comunidades de base; que busque y ejerza la justicia, participativa e inclusiva".
En este sentido, habitar el pueblo de Dios con la voluntad de trabajar para promover la modificación de la estructura de poder al interior de la iglesia, la participación laical en la toma de decisiones y la intervención de la mujer en las instancias de responsabilidad y poder, para fortalecer y renovar los procesos de formación de Todos Los Hijos de Dios.
Sólo así tendremos posibilidades de erradicar la cultura del abuso de poder, proponiendo acciones orientadas al establecimiento de la justicia y reparación, creando un ambiente seguro para todas y todos.
Ojalá tomemos conciencia.