Un quilterri neonazi, que tiene muy poco de ario, se adueñó del Museo de Bellas Artes. El can, que la raya con Adolf Hitler y trabaja con esmero su bigote de Chaplin, se pasea con total soltura de cuerpo por las instalaciones de la culta entidad.
Mañungo, como se llama este coludo cabeza de bototo, disfruta diariamente de la sala impresionista y de los óleos de Roberto Matta, aunque asegura, honestamente, que no entiende nada.
"Mi debilidad es la muestra de pintura chilena, porque habla de nuestra historia", ladró el cachupín ultra nacionalista mientras levantaba la pata derecha, pero no para hacer pipí.
La gran comodidad que exhibe el animal antisemita se debe a que hace sus necesidades donde le plazca, come rico y está muy bien atendido, porque tiene una esclava "negra" a su completo servicio.
Lamentablemente para este quiltro con aires de grandeza su felicidad infinita está a punto de terminar, porque hoy lo rifarán entre los asistentes al museo.
"Espero que mi dueño sea más competente que esta negra inútil". refunfuñó el perro.
RARITO
Semejante cantidad de barbaridades sólo se explican en el contexto del arte. La instalación del "perro neonazi" es una nueva provocación del joven artista chileno Francisco Tapia.
Tapia, más conocido como el "Papas Fritas" (24,) remeció la VI Bienal de Museo de Bellas Artes con sus instalación de los latigazos, donde se podía azotar al artista pagando 100 pesos.
Utilizando el mismo espació en que desarrolló su performance sadomaso, el fritanga instaló una cobacha para un perro que tiene una sirvienta afro. "Esta negra de mierda es la esclava que recoje mi pupú y mi pipí" señala un cartel pegado en la casucha.
Mañungo, quien es en realidad un aperrado actor tolerante y sensible, fue conseguido por el "papas fritas" con un mendigo.
"Él sólo lo usaba como calefacción, así que me autorizó a regalarlo", contó el creador, quien le devolverá el guatero peludo a su dueño si la rifa perruna queda desierta.