Uno de los temores que atormentaban a Gemita Bueno (34), la "testigo clave" del caso Spiniak, se hizo realidad ayer. Volvió a enfrentar a la justicia en un tribunal.
Esta vez no fue por mentir, como hace más de una década lo hizo en uno de los escándalos judiciales más bullados de la historia chilena. Según datos recopilados por La Cuarta, la detuvieron por hurto en una tienda comercial.
El nombre de Gemita Bueno se hizo habitual en todos los informativos, entre noviembre del 2003 y abril del 2006, cuando aseguró ser una de las víctimas de la red de pederastia del empresario Claudio Spiniak, quien estaba procesado por abuso de menores, promoción de la prostitución y producción de material pornográfico en calidad de autor.
En noviembre del 2003, la entonces adolescente señaló en una entrevista a Canal 13 que había vivido en casa de Spiniak, centro de operación de los abusadores.
Entregó detalles de las fiestas del empresario y sus amigos. También describió el cuerpo desnudo de un parlamentario sin dar su nombre. Las características supuestamente coincidían con el UDI, Jovino Novoa. En declaraciones posteriores ante el tribunal sostuvo que se trataba del político como uno de los participantes de las fiestas.
Pero no fue al único que inculpó, porque también describió a "Ricardito", aludiendo al ex senador PPD, Nelson Ávila.
Falso testimonio
Gemita, una niña de Codegua cuyos padres se separaron cuando ella tenía 8 años, vivió en varios hogares. En uno de ellos conoció al sacerdote José Luis Artiagoitía, apodado el "cura Jolo". Junto a este hombre sostuvieron la versión de los políticos abusadores para apoyar a la senadora RN Pía Guzmán, quien hizo creer a la prensa que en la red de Spiniak había involucrado tres parlamentarios, sin dar sus nombres.
Gemita mantuvo su declaración por casi un año hasta que, enferma de los nervios, reconoció, en una entrevista al diario La Tercera, que todo era mentira. Estuvo presa 111 días, entre agosto y noviembre del 2004.
En abril del 2006 fue condenada a tres años y un día de pena remitida y a cuatro con libertad vigilada por falso testimonio, mientras que al padre Jolo al mismo tiempo por incitarla.
Recibió la noticia en el norte donde se había trasladado a vivir con su hija de 4 años.
Según contó más tarde, quería escribir un libro para contar lo que había hecho. Dijo que estaba arrepentida de lo que hizo y que el cura Jolo era una persona importante en su vida y que nunca olvidaría.
En aquellos días también contó el horror que pasó mientras fue procesada y el verdadero pavor que sentía de volver a la cárcel. Eso, hasta que volvió a aparecer en los medios de comunicación...