Pichicata sepultó carrera de pediatra que atendía gratis a pobres

Nadie está libre de ser seducido por el lado oscuro de la fuerza y caer en las garras de la droga.

Puede ocurrirle a un menor en riesgo social o a un pingüino que asiste a su primer carrete. Al chofer estresado por su brutal jornada de trabajo, al minero exhausto por su ruda faena, o a un médico que lleva sobre sus espaldas una pesada mochila sicológica o siquiátrica de la que no ha podido desprenderse a pesar de su condición académica.

CAMBIO

Este es el caso del médico ariqueño Carlos Castro Ramírez (63), quien gracias a la seducción de la droga pasó desde el quirófano hasta una sucia celda del penal de la Ciudad de la Eterna Primavera.

El pasado miércoles Carlos Castro, médico cirujano y pediatra titulado en la Universidad de Concepción, fue detenido en una desaseada consulta donde vendía licencias médicas a 15 mil pesos y recetas de psicotrópicos a tres lucas.

Cabizbajo y demacrado el profesional ingresó al Juzgado de Garantía de Arica, donde fue formalizado por el delito de prescripción abusiva de medicamentos controlados.

Treinta y dos años antes un alegre, ilusionado y recién titulado Carlos asumía como jefe de Pediatría y Neonatología del Hospital Dr. Juan Noé de Arica. En este cargo se desempeñó hasta el '82, cuando viajó a Los Ángeles, California, para perfeccionarse.

NOSTALGIA

Hijo de un matrimonio de comerciantes ariqueños, es el segundo de cinco hermanos. Sus padres Fernando Castro Torrejón y Gertrudis Ramírez Ramírez financiaron sus estudios "con mucho sacrificio" gracias a su trabajo en la carnicería "San Esteban", que se mantuvo hasta los años '70 en el mismo domicilio que el médico utilizaba como improvisada consulta.

El facultativo vivió tres años en Estados Unidos, donde pretendía radicarse. No obstante, extrañaba mucho a su madre, con quien tenía una relación muy estrecha, y regresó a su ciudad natal.

"Fue su única mujer", cuenta su hermano Ricardo Castro, conocido por su larga trayectoria como funcionario municipal de Arica, con actual cargo de administrador del mercado central.

Una vez que retornó a Arica, Carlos Castro empezó a trabajar en el consultorio Luis Pasteur, donde permaneció cerca de una década.

"Trabajaba todo el día y en las tardes regresaba a la casa, donde seguía atendiendo gratis a las personas de las poblaciones más pobres. Incluso en sus tiempos de crisis más profunda la gente no dejaba de acudir a él, hasta autoridades importantísimas", contó Ricardo.

SENSIBLE

En sus tiempos mozos era un hombre alegre, muy inteligente y tremendamente sensible, según relatan personas que lo conocieron.

El futuro se le presentaba radiante; sin embargo, un oscuro enemigo asechaba desde las sombras: La droga.

El doctor Nemorino Riquelme, especialista en medicina interna, quien fue compañero del facultativo en la Universidad de Concepción, lo califica como una persona "completamente altruista".

"Era un profesional muy bien considerado en el gremio, participaba mucho en actividades colegiadas y tenía mucho compromiso social. Pero luego de cumplir una condena por tráfico en el año '92 se aisló totalmente", relata.

La tragedia de este médico adquiere especial relevancia luego que una encuesta del Consejo Nacional para el Control de Estupefacientes (Conace) reveló que un 43% de los alumnos declara que dentro de los colegios hay drogas.

El consumo entre el octavo básico a cuarto medio se mantiene estable en un 15 por ciento (marihuana), al igual que la coca y la pasta base, con 2,9 y 2,5 por ciento, respectivamente.

La oferta está al alcance de la mano de quien la requiera: Estudiantes, dueña de casa, obrero de la construcción, minero, chofer de la locomoción colectiva, miembro de las Fuerzas Armadas y de Orden o actor de cine o televisión.

MUERTE DE SU QUERIDA MADRE LO HUNDIÓ E INTENTÓ SUICIDARSE

Carlos Castro empezó a consumir estupefacientes en al año 87, pero la droga se convirtió en un problema serio cuando en 2004 su madre murió de Parkinson

Cayó en una depresión profunda, perdió su reputación, sus instrumentos médicos y su entusiasmo por la vida. Esta crisis lo arrastró a un par de intentos de suicidio y una internación por adicción a las drogas, el 2006, en el hospital local.

Ricardo Castro es enfático en señalar que su hermano "no necesita cárcel, sino tratamiento contra su adicción a las drogas". Agregó que actualmente no se encuentra en su sano juicio debido al consumo de pichicata.

"Hay innumerables testimonios de gente que él ayudó, voy a recogerlos en un libro que enviaré junto con una carta al ministro de la Corte Suprema, en una campaña que denomino: Rescatando al Dr. Castro", relató.

Por su parte, la presidenta del Colegio Médico de Arica, Viviana Durán, aclaró que si bien en la audiencia de formalización de cargos del facultativo se afirmó que tenía registro vigente en el Colegio Médico, éste fue desafiliado de la institución en el año 1987.

"Hace tiempo que sabíamos que venía mal, incluso el Seremi me había consultado el caso; no obstante nosotros no podemos hacer nada porque no está colegiado. En este caso quien debe intervenir es la familia", señaló la doctora.

Paula Pacheco S.

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