Ismael Fieffe, un haitiano de sólo dos añitos, se reúne al centro de la cancha con el resto de sus pequeños compañeritos de la rama de fútbol de Colo Colo en Quilicura. El grito se lo sabe de memoria y termina con un “¡Colo Colo de Chile!”.
Ismael no es el único de su familia que pelotea en el equipo. También está su hermano, Hervinson, de ocho años. Lamentablemente sus padres no los pueden acompañar, ya que ambos trabajan. El que sí está es su tío, Georges Edr, que lo único que sabe en español es el clásico hola.
Ellos son parte de los más de 41.000 haitianos que entre el 2013 y el 2016 llegaron al país, según datos de la PDI.
Aunque de ellos, cerca del 11% decidió dejar el país. No fue el caso de la familia Fieffe que encontró en Chile una buena oportunidad de vida.
Frantzcesse, de 14 años y que nació en Puerto Príncipe, también está en el estadio Quilicura y asegura que “mis padres decidieron venir para darnos una mejor educación”.
Es la mayor, y a ella le sigue María. “Ismael es el único que nació en Chile. Hace dos años que llegamos y ahora vivimos acá en Quilicura”, relata.
Ismael por su litro, no suelta la pelota. “Me gusta Alexis Sánchez”, es lo primero que nos cuenta. Del fútbol chileno sabe poco, sólo que le gusta el Colo y Beausejour.
“Él es haitiano también”, agrega Hervinson. Algo que ilusiona a ambos peques que sueñan con seguir los pasos del futbolista que ganó la Copa América con Chile.
Aumento
Raúl Ormeño, director de la escuela del Colo en Quilicura, asegura a La Cuarta que no son los únicos.
“Tenemos unos 40 haitianos entrenando los sábados. Este año han venido harto, hasta el año pasado eran uno o dos”, confiesa.
El ex pelotero albo agrega que como muchos papis, hablan pocazo español, y los hijos se transforman en los mejores intérpretes.
“Cuando les queremos decir algo llevamos a los hijos al lado de sus papás, porque sino no entienden. Son bien distintos la verdad, cuando entrenan son más desordenados, pero siempre están sonriendo”, afirma.
Ismael habla poquito, pero cuando lo hace explica que le gusta jugar de delantero, al medio o hasta de lateral, pero le hace el quite a ser defensa. “Quiero algún día jugar en Colo Colo o Chile”, señala antes de tomar la pelota y alejarse con ella.
Frantzcesse, su hermana, confiesa que hasta ahora le gusta Chile. “Son muy curiosos. Creo que son igual de alegres que nosotros”, afirma.
Agrega que aprendió a hablar español gracias a un intensivo curso que hizo por internet. “Todo lo aprendí en Google. Ahora sé más porque en el colegio no me queda otra que hablar”, asegura.
Sobre los temblores o terromotos revela que no le tiene temor. “En mi país también sufrimos uno muy fuerte. Ahí perdió a un familiar”, cuenta.
Comunidad
La familia Fieffe se retira y se va a un parquecito cerca del estadio. Ahí, hay una gran cantidad de compatriotas que han transformado la comuna en su segundo hogar. Los primeros llegaron el 2010 y, debido a la gran comunidad que hoy vive en el sector, Juan Carrasco, alcalde de Quilicura, explica a La Cuarta que “hemos puesto facilitadores lingüísticos en los Cesfam y Departamento de Educación, con el fin de fortalecer su vínculo y comunicación, debido a la dificultad que presentan con el idioma (Kreyòl)”, .
Tanto ha sido la migración a Quilicura que la Muni el año pasado, a través del Departamento de Extranjería, recibió el sello migrante y el 2014 la Agencia de la ONU para los Refugiados la nombró Ciudad Solidaria.