En al menos cinco contradicciones cayó el cabro Simón Moyano Fernández, durante el segundo día de juicio por el cruel asesinato de Víctor Garrido Moya, ocurrido el 12 de septiembre del año pasado durante una pelea de pokemones en el parque Costanera de Providencia.
Entre los disparates que dijo en el tribunal, Moyano señaló que el botellazo que pegó en la cabeza de la víctima "lo hice inconscientemente, porque tenía miedo de que se parara y volviera con más amigos. Soy una persona muy sociable y se lo pegué sin alevosía y sin ensañamiento".
Según la acusación del Ministerio Público, Moyano reventó una botella de cerveza en la cabeza de Víctor Garrido mientras éste se desangraba en el suelo, tras ser apuñalado por Marcelo Contreras, otro de los acusados.
El imputado primero dijo que no sabía que Garrido era el joven que agonizaba en el pavimento, pero al final de su declaración sí lo reconoció. Incluso señaló que tras quebrar el envase de Báltica en el cráneo del fallecido se aseguró con dos patadas maleteras en la nuca.
Moyano relató que el botellazo lo pegó "sin fuerza" y que "nunca pensé que iba a llegar a tanto". Recordó que después de darle el botellazo a la víctima regresó al parque a tomar vino en caja y que en la noche siguió chupando en una fiesta en la comuna de Maipú. Cero arrepentimiento.
A primera hora también declaró el imputado Marcelo Contreras Vásquez, acusado de apuñalar con una cortaplumas a Víctor.
Tras reconocer que el día del crimen andaba "tranquilo, pero borracho", Contreras pidió disculpas a los familiares de Garrido que estaban en el tribunal y dijo "necesito que me perdonen".
A la salida del tribunal, el padre del finado, Roberto Garrido, reiteró que al escuchar las palabras de los asesinos de su hijo "sentí mucho dolor porque hubo exceso de violencia, pero nunca voy a pensar en una venganza".