Pregúntale a la Caro: El sexo después de un bebé

Hablando con unas amigas, ya todas cuarentonas y con hijos grandes, recordamos lo que cuesta volver a la vida luego de las guaguas, tanto a la social como a la de pareja.

Todo parte unos cinco meses antes -dependiendo de cuánto te guste la comida-, cuando las caderas comienzan a ensancharse, poco a poco la panza va creciendo y mientras todos te dicen "¡qué linda te ves!", tú sigues comiendo pensando que esos kilos se irán en unas pocas semanas.

Al menos cuando nació mi primer hijo me pesé al salir de la clínica. ¡¡¡Pesaba los mismos 72 kilos del último control!!! "Ya se irán", pensé ingenuamente.

Mientras tienes a tu guagua en los brazos te baja ese instinto animal que no quieres que la tome nadie, menos tu suegra. Es amor a primera vista, el único que tendrás en la vida; sientes su primer llanto y ya está, tu cerebro pasó a ser del porte de una nuez, no hay espacio para nada más que para esas manitas, pañales y biberones.

El que duerme al lado

De ahí a pensar en el señor que duerme en la almohada del lado hay un mar de profundidad. Dar papa, que un chillido te despierte a las 3 de la mañana, otro a las 6 y así... que cuando logras hacerlo dormir, a eso de las 11 de la noche, caes frita. No da ni para Netflix. Ahora todo lo que él hace, te empieza a molestar: que se olvide de comprar los pañales o lavar los platos o comprar algo de comida... todo es sinónimo de guerra. Para qué decir cuando cuida al niño -si es que lo hace-, lo sientes como una competencia. Y dices, "qué cabrón, yo estoy todo el día y me viene a decir cómo hacerlo…". Crisis de pareja se avecina, doy fe de ello.

Algo tienes que hacer. Quedarse con un bebé en brazos y sin pareja no es una buena opción. No soportarlo, tampoco. Lo primero es descartar que tengas depresión postparto, tu ginecólogo te puede orientar. No tengas miedo a pedir ayuda, esta depre es súper normal. A mi me dio, claro que por esos años el AUGE no existía, así que a pagar sicólogo, ahora te vas derecho a uno y con cobertura.

Segundo paso, aceptar tu nuevo cuerpo. Me miraba en el espejo y no podía con esa imagen, pero tienes que pensar que eres mujer, que la sexualidad es parte importante de la vida. No te vas a convertir en monja.

Para retomar la intimidad, lo mejor es ir poco a poco, hablar con la pareja y decirle que la maternidad y la libido a veces van por caminos diferentes. Hay que volver a seducirse, buscar las posiciones que más te acomoden, mis amigas dicen que es mejor tener sexo después de amamantar; en mi caso, no tenía leche. Si sigues con mucho temor, falta de deseo o dolor por más de seis meses, corre a tu ginecólogo, él te dirá que hacer.

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