Prestamistas cafeteros ahogan a pequeños comerciantes

“El almacén tiene que estar a su nombre, que sea suyo. El primer préstamo es por 100 mil pesitos, y si paga bien después puede optar a más créditos hasta 500 mil. Yo paso todos los días a cobrar la cuota a su negocio, por 20 días. Tiene un 20 por ciento de interés”.

Sin arrugarse, y asegurando "que todo es legal", el prestamista colombiano Mateo explicó a La Cuarta cómo funciona su turbio negocio del "gota a gota". Un carero sistema para conseguir plata que parte como la salvación de pequeños comerciantes, pero que después crece como bola de nieve y termina ahogándolos.

“Una prima mía puso un negocio bien bonito y se metió con ellos para tener plata y poder comprar mercadería. Al año quebró. Trabajaba para puro pagar esas deudas”, explicó “Isabel”, almacenera del sector norte de la capital que le debe a cada santo una vela.

“Isabel” está encalillada con cerca de 700 lucas con tres de estos prestamistas colombianos, y lo único que quiere es cancelar sus deudas para salir del cacho. Pero no le alcanza.

“A mí no me dan crédito en los bancos, no tengo de dónde más sacar. Hace casi un año otro comerciante me contó de ellos y me pasó una tarjetita con su nombre, sin apellido, y su celular”, recordó la acogotada emprendedora.

El sistema informal de préstamos se ha expandido como una plaga entre los microempresarios gracias al boca a boca y al mismo marketing que realizan los extranjeros, quienes recorren la capital en moto contando por kioscos, almacenes, botillerías, carnicerías, ferreterías y pequeños boliches la supuesta maravilla de este verdadero salvavidas de plomo.

“No tengo otra alternativa, no tengo para pedir crédito en un banco”, coincide “Belén”, otra almacenera que hace cerca de un año también entró al sistema del “gota a gota”.

“Yo trabajo sólo con un prestamista, pero otros locales del sector están encalillados como con 10”, explicó la mujer, quien pese a las advertencias de sus familiares y amigos no ve drama con sus acreedores.

“Me han dicho que son peligrosos, pero yo confío, no tengo problemas con él. Cuando no he tenido plata son comprensivos, y pago dos cuotas juntas cuando me he saltado un día. El prestamista anterior era más agresivo”, argumentó “Belén”.

“Tenemos buena relación, no lo veo como peligroso. Nunca nos ha amenazado”, aseguró la comerciante, quien considera este tipo de crédito como una ayuda para abastecer su local y pagar la cuota diaria con las ventas del día.

“Son grandotes, pero te mentiría si te digo que me han amenazado. En realidad me da un poco de miedo, pero ya los conozco”, corroboró “Isabel”, quien recordó que “un cobrador chileno fue el más agresivo. Se puso atrevido y tuve que llamar a Carabineros. Arrancó altiro”.

AMENAZAS

Justamente para el capitán Carlos Contreras, del Departamento de Investigación de Organizaciones Criminales OS-9 de Carabineros, en la confianza está el peligro.

“Nosotros controlamos esto porque en un principio los colombianos se muestran como personas que quieren ayudar, que hacen su negocio pero también hacen un tema ‘social’, pero cuando la gente no tiene para cumplirles con la cantidad de dinero pactado se transforma en un problema serio”, detalló el uniformado.

“Comienzan las amenazas, los malos tratos. Tenemos casos donde han ocurrido agresiones en contra de los locatarios”, sostuvo el capitán Contreras, quien precisó que “las amenazas radican en que le van a producir destrozos al local o en su defecto que van a golpear al dependiente”.

“Hay algunos casos que nosotros hemos registrado donde los prestamistas para pagarse de la deuda se quedan con las cortadoras de cecinas, las pesas, registradoras y otros elementos electrónicos de los locales”, explicó el oficial verde.

De acuerdo a las indagaciones policiales, los primeros registros del “gota a gota” en nuestro país datan de 2009, y es una modalidad importada desde Colombia. La técnica de los cobradores se ha generalizado en varios países de Sudamérica, donde pese a la popularidad que han adquirido entre los comerciantes, las policías locales ya los persiguen penalmente.

“Es un préstamo de manera informal que hacen ciudadanos preferentemente colombianos, a gente que tiene minimarket o pequeños negocios que no tienen posibilidad de entrar, o no quieren, al sistema formal de solicitud de crédito que entregan los bancos o los locales que están capacitados para ello”, indicó el capitán Contreras.

“Los colombianos llenan una tarjetita con el nombre de la persona, la dirección y cuántas cuotas se va a pactar. Esa es una cuota diaria”, puntualizó el capitán del OS-9.

“Como el pago es diario, muchas veces pasa que los locatarios no alcanzan a reunir el dinero para cubrir la cuota y es extremadamente usurero el interés que le dan. Se gana mucho dinero con los intereses usureros, y esa ganancia se la envían a sus familiares en Colombia”, relató el poli.

Los términos más utilizados actualmente para el abusivo negocio, según detectó La Cuarta, son préstamos con 20 por ciento de interés que se pagan por 20 días seguidos, a contar del día siguiente de recibido el turro.

Por ejemplo, un prestamista le pasa 300 lucas a un almacenero, quien a partir del día siguiente le cancela al cobrador 18 lucas diarias, por 20 días seguidos, sumando un total de 360 mil pesos que devuelve el comerciante.

Además, los cobradores llegan en moto a todos los locales para exigir su pago.

“Andan en moto poque es un medio de transporte económico, facil de estacionar en cualquier parte, tiene poco gasto de combustible y pueden recorrer la comuna entera con eso. Es muy funcional. A veces paran tres o cuatro veces en la misma cuadra”, explicó Contreras.

“Es un método que se ha ido extendiendo por todo Santiago. Lo hemos pesquisado en Puente Alto, Recoleta, Maipú y Renca, pero no descartamos que esté presente en otros lados”, advirtió el capitán.

DENUNCIAS

Las averiguaciones del diario pop indican que las últimas apariciones de los prestamistas colombianos están echando raíces en Renca, donde captamos a uno en su moto cobrando su parte (en la foto principal).

Al respecto, el mayor Víctor Casanueva, jefe de la 7ª Comisaría de Renca, señaló a La Cuarta que su personal no puede hacer mucho si no reciben la denuncia de la ciudadanía, por lo que invitó a quienes cachen el mote para que sapeen.

Misma opinión comparte el jefe de la Brigada Investigadora de Delitos Económicos (Bridec) Metropolitana de la PDI, subprefecto Eduardo Rodríguez, quien precisó que en los delitos de usura es el afectado quien debe hacer la denuncia.

“La gente no realiza la denuncia porque algunas veces están bajo amenaza de los prestamistas. Pero en segundo lugar porque creen que ellos también cometen algún delito al entrar al sistema informal del crédito, ellos creen que es un delito, o que está penado por la ley pedir un crédito informal, pero eso no es así”, aclaró el capitán Contreras.

El economista Rafael Garay nos detalló que esta actividad de los colombianos es una sinvergüenzura por donde se le mire, ya que el interés que se cobra es tan alto que incluso deja chico a los más más careros del mercado legal.

“Para que sea simple de entender, la Tasa Máxima Convencional, que es el interés más alto que se puede cobrar legalmente, bordea el 50 por ciento anual. Eso es poco más de un 4 por ciento mensual. Una tasa de 20 por ciento a 20 días significa un 1 por ciento diario, ¡lo que significa un 360 por ciento anual! ¡Eso es una terrible usura!”, contó Garay al borde del desmayo.

“Este es un sistema muy riesgoso, porque están sumamente sobreendeudados. No existe ningún negocio legal que pueda sostener esta tasa de interés tan alta. Yo lo he visto mucho en Recoleta, Patronato, donde toda la utilidad conseguida les da sólo para pagarle a estos prestamistas”, narró el economista espantado.

“Entrar al sistema formal es caro, pero este sistema del ‘gota a gota’ es mucho más caro. ¿Y si tras endeudarse no tiene para pagar, ah?”, alertó don Rafael.

“En Patronato me tocó ver a una señora a la que le botaron toda su mercadería en la calle. Tenía un pequeño quiosquito de frutas cerca de Recoleta y no tuvo para pagar ese día”, recordó Garay, quien presenció con sus propios ojos el impacto real de lo que predecía la teoría económica.

“Cuando uno da recomendaciones, lo último que sugiere son los avances en efectivo de las casas comerciales. Pero incluso el más caro de estos va de 1/6 a 1/4 del interés de estos préstamos informales. Un avance en efectivo caro tiene una tasa del 4,9 por ciento mensual, pero el “gota a gota” tiene un interés del 30 por ciento mensual”, sentenció el experto.

EN LA VEGA NO LES COMPRARON AMENAZAS

Como el mercado de los prestamistas son los pequeños comerciantes que de pronto se quedan cortos de efectivo, la Vega Central fue uno de los centros donde se instaló el “gota a gota”.

“Aquí prendió mucho, pero se han ido retirando”, comentó Arturo Guerrero, relacionador público de la gran feria de Chile.

Guerrero explicó que apenas se insinuó algún tipo de intimidación de parte de los prestamistas salieron para atrás, porque se fueron de choro a choro y medio.

“En la Vega no les temen, si amenazan van a salir trasquilados”, argumentó con orgullo el relacionador público.

“Por lo que yo he escuchado, los sentaron en la pica más a ellos que a los veguinos”, confesó Guerrero, quien supo por familiares que “allá en Colombia es natural este tipo de préstamos”.

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