La historia del "principito chileno" que se cuela en fotos de la socialité

Nadie sabe con exactitud qué detonó el radical cambio de Miguel Ángel Pardo Oyarzún (34), quien pasó de tener una vida común y silvestre en su natal Valdivia, Región de Los Ríos, a codearse con la socialité y realeza europea.

Sin embargo, como aseguran en el medio español ABC, todo se trataría de una fantasía en la que este "príncipe chileno", que se hace llamar Miguel Engel Maximilian Alexander Maria von und zu Liechtenstein (en referencia a un pequeño principado a Europea), es el protagonista principal.

"Se trata de un joven con buena presencia, educado y muy simpático. Aterrizó en Madrid y empezó a dejarse ver por las fiestas de sociedad. Cuenta que su madre se casó cuatro veces y que tuvo una vida amorosa muy intensa, además de una relación con un miembro de la Casa Principesca de Liechtenstein", lo describen en el medio.

El abogado, que se describe como filántropo en la página web de su biografía, dice que ha trabajado con diversas organizaciones de beneficencia, y hace de mecenas con varios músicos, artistas y deportistas, aunque no describen cuáles. Además, según cuenta, es reconocido por su labor a cargo de su "Fundación Sin Odio" por varios políticos, con quienes se fotografía cada vez que puede.

Vida universitaria

Quienes lo conocieron en Chile, lo recuerdan como muy extrovertido, que llamaba mucho la atención, y que no mataba ni una mosca.

"Él estudió derecho en Concepción, sin embargo, tuvo problemas allá y se vino a estudiar en la Universidad San Sebastián, en Santiago. Es una persona muy educada y caballerosa. Entiendo que se cambió el apellido, pero no sé el motivo", recuerda Elena Núñez, amiga y compañera de clases de Miguel.

"Era súper raro, le decíamos Blanquito. Era bien educado, pero llamaba la atención, ya que llegaba a clases con botas de equitación, con guantes blancos y hasta lápices Montblanc, aunque cachábamos que no tenía ni pa' comprar un sándwich. La apariencia lo era todo para él, hasta en las fiestas llegaba con esa pinta. En su casa tenía tacitas de porcelana, de esas bien pirulas, pero no tenía té", recuerda un compañero de universidad.

2011

Fue el año en que Miguel demandó a Starbucks por un café que volcó en su computador. Esa causa la perdió.

"El 2011, más o menos, demandó a Starbucks por un café que se le dio vuelta en el notebook, pero todo era una farsa. Ahí se 'quemó' y perdió credibilidad, porque todos sabíamos que era un invento. Hasta hoy corre el rumor que prácticamente le regalaron su título, ya que tendría una amistad con una docente. No sabía nada de derecho, ni cuestiones básicas de primer año, fue vergonzoso", explica un abogado que no quiso entregar su nombre.

Desde Liechtenstein negaron que Miguel sea parte de su familia real. "Puedo confirmar que este hombre no es miembro de la Familia Principesca de Liechtenstein", indicaron a través de un comunicado.

Agregaron que se hace pasar por alguien del principado, lo puede mandar a la cárcel por 1 año, o ganarse una multa en dinero.

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