La Cuarta Dimensión: La profe que sólo quiere llegar a Los Andes

Lo que parecía una tranquila vuelta a casa, se convirtió en el último viaje para una docente, que continúa su peregrinaje espiritual para regresar al lugar donde fue feliz.

Saladillo es una pequeña localidad perdida en el camino internacional que une Chile y Argentina por el Paso Los Libertadores. Ruta compleja y traicionera, que varias vidas se ha llevado con el pasar de los años.

Por sus pronunciadas pendientes, curvas y quebradas cada día pasaba una profesora que desde Los Andes subía a Saladillo para enseñar a sus pocos, pero queridos alumnos. Hasta que un día sucedió una maldita casualidad...

A media tarde, tomó su auto y enfiló rumbo a su hogar junto con un montón de pruebas que corregir y algunos de sus alumnos. Uno de ellos abrió la ventana haciendo que una ráfaga mortal desparramara todos los escritos por el auto, mientras otros volaron hacia la carretera. Lo peor pasó cuando las pruebas comenzaron a obstaculizar su visual haciendo que perdiera el control del móvil.

Desorientada, sólo vio el fin de la ruta, la berma rota y la posterior caída de varios metros en la curva del salto del soldado.

Los gritos de los niños y la mujer fueron bajando hasta el fondo de la quebrada, donde el cuerpo de la docente junto a sus alumnos quedó entre los roqueríos.

Todo Saladillo lloró en la despedida de la profesora y los niños, sin saber que el alma de ella se quedó para siempre en el sitio que ella tanto amo.

Meses después del accidente, comenzaron sus primeras apariciones en la ruta 60. Fueron varias las personas que bajaban a la ciudad encontrándose con ella de sorpresa cuando el asiento del copiloto estaba desocupado.

Con un aura blanca que parecía protegerla, ella se subía a los autos sin siquiera pararlos. Sólo se sentaba y desaparecía metros más adelante. Espantados, muchos frenaban en seco, provocando varios accidentes y sustos en los conductores.

Su espectro sólo buscaba que alguien la pudiera trasladar, sin buscar hacer daño. Así, noche tras noche se sube a los autos, para cumplir su cometido.

Una pequeña animita al borde de la carretera mantiene vivo el recuerdo de la docente, esperando que su alma encuentre la paz arrebatada de golpe.

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