Juan Melo, es ingeniero en informática de la Universidad Católica de Temuco, y pese a que pudo dedicarse en un ciento por ciento a su profesión y tener ingresos económicos acordes a su carrera, este profesional decidió que lo suyo iba a más de las lucas y concentró todas sus energías en la docencia.
Y no cualquiera, ya que se puso entre ceja y ceja aportar a la sociedad, todo lo que ella le había entregado y decidió desempeñarse como profesor de matemáticas en el Liceo Técnico Profesional de la localidad rural de Huiscapi ubicado en la comuna de Loncoche, Región de La Araucanía.
Pero ese no es el único sacrificio, ya que para llegar al establecimiento rural, que alberga a aproximadamente 96 estudiantes, debe trasladarse diariamente 100 kilómetros.
"Tomo un bus en Temuco que me deja en la carretera y después me subo a otro que me deja en Huiscapi. De ahí tengo que caminar al colegio. Es un poco sacrificado, pero esa era la idea, estar en un colegio vulnerable donde los alumnos tengan muchas necesidades y uno pueda estar ahí aplicando los conocimientos para ayudarlos para que tengan un mejor aprendizaje", recalca el profe.
Melo explica que "uno tiene un deber social, y no solamente dedicarse a producir dinero, sino también entregarle al resto lo que uno recibió".
-- Se te nota contento con tu pega.
Es que me encanta poder aportar ya que son alumnos que vienen de otras localidades rurales, por lo tanto es una realidad totalmente distinta a la que vive uno diariamente. Sin duda que es un aprendizaje para uno mismo, permite entregar mis conocimientos, porque uno se encuentra con alumnos con no tan buen nivel a quienes hay que nivelar. Sumando y restando, deja, y deja mucho. Tuve alumnos de cuarto medio que cuando se licenciaron daban las gracias por lo que aprendieron.
-- Una gran vocación la tuya tomando en cuenta que podrías pasarla mucho mejor, si te hubieses dedicado a ejercer tu profesión.
Después, cuando uno es adulto, se da cuenta que su vocación es la docencia. Hice clases desde la universidad realizando ayudantías, hice un preuniversitario para alumnos que no tenían recursos para prepararlos, siempre con la vocación de docente y de servicio.
Un ejemplo
No para. Pese a su sacrificado calendario, el hiperactivo profe no se complica, e incluso se dio el tiempo se interrumpir sus vacaciones para participar de un campamento con profesores (ver recuadro), donde aprendió nuevas herramientas para explicar la ciencia de mejor manera en su sala de clases.
"Fueron días a full en que había que levantarse a las 7 de la mañana, con actividades recreativas para ponerse en onda. Después nos separábamos e íbamos a distintas capacitaciones, charlas plenarias donde venían distintos expertos a mostrarnos su realidad de las cosas que están pasando. Hacíamos treeking e íbamos teniendo clases al mismo tiempo sobre la flora y fauna. Otros lo hicieron por el lado del arte con actividades lúdicas. Todo muy bien programado. Yo lo recomiendo 100 por ciento".
- Conocimientos que se pueden pasar a los mismos alumnos.
Efectivamente, yo lo tomé más que nada por eso. Para ver cómo aplicar la ciencia en el aula a través de distintas experiencias, de integración. Y lo importante es que es lúdico para que los alumnos se entretengan, porque tú sabes que cada vez se le exige más a los profesores, no tan a la antigua, que no sea dictar y pasar a una pizarra y listo.