Los locatarios del tradicional Pueblito del Parque O'Higgins están con el traste a dos manos, porque el olor a gladiolos que tiene el popular paseo de entretención llega hasta la Alameda.
Todos los trabajadores y los dueños de los establecimientos patalean que la información ha sido como las huifas, por lo que no saben a qué atenerse. Algunos han escuchado que todo seguirá sin problema, incluso que El Pueblito será enchulado, pero otros juran de guata que el recinto tiene principio de autopsia.
Los temores de quienes laburan en restoranes, parrilladas bailables e incluso los tres museos que hay en el lugar, nacieron tras la demolición de locales que estaban abandonados, los que fueron cerrados por grossas calillas con la muni de Santiago.
Los desmantelamientos forman parte de un plan maestro que quiere dejar al Parque O'Higgins igualito al Central Park gringolio, y transformarlo en el principal pulmón de la capital.
El problema radica que tras la demolición de los locales morosos se prometió la instalación de áreas verdes, pero de eso na' ni na'. De hecho la primera construcción en decir chaolín hace dos años, un restorán de Inacap, aún permanece como cimientos y tierra.
AUTÉNTICO
La idea de remozar el ex Parque Cousiño hace rato que da vueltas en el mate del alcalde Raúl Alcaíno, por lo que hace algunos años se diseñó un plan que contó con la colaboración de caperuzos arquitectos extranjeros. Sin embargo, los visitantes del Pueblito alegan que la subida de pelo alejará a la barra de un lugar que le es propio.
"Éste es un lugar popular, donde los más modestos pueden entretenerse, pasear e incluso ir al museo por sólo 200 pesos", se quejó Marianela Muñoz, quien visitó el insectario con todos sus pitufos.
Rodrigo Muñoz (26) despotricó furioso ante la posibilidad que el Pueblito quede RIP, y aseguró que le están quitando al pueblo lo que es del pueblo. "¿En qué otro lugar tú puedes salir a comer y a bailar con el sueldo de un obrero, ah?", se preguntó el titán.
El complejo gastronómico del parque fue inaugurado en 1972 y desde entonces ha tenido restaurantes típicos y bailables, de los que ya fueron derribados cinco locales. Ahora le toca a "Las Tranqueras".