Treinta y ocho kilos alcanzó a aguantar el puente "Lirio". Quizás suena a poco, pero la gracia es que caperuzos de ingeniería civil de la Universidad de los Andes, demostraron que los tallarines sirven pa' levantar este tipo de estructuras... al menos en ciudad Pitufa.

Los mateos Nicolás Merino y Crescente Geisse hicieron la gracia con esta mini estructura, de no más de medio metro y un peso de 270 gramos. A puros fideos y unidos con adhesivo instantáneo.

Se la jugaron ocho equipos, quienes postergaron sus tallarines con salsa del fin de semana para quemar neuronas en el desafío de transformar una maqueta enclenque en una figura más durazna que el acero.

Los futuros ingenieros tienen claro que los materiales podrían aguantar incluso más de 100 kilos, avalados por pruebas con pegatina.

El desafío más duro fue chantarle un chimbombo de 100 litros.

"Nunca pensamos que fuéramos a ganar", confesó Crescente Geisse, quien le achaca el triunfo a las falencias del resto de los competidores.

Su compañero, Nicolás Merino, fue quien bautizó la obra debido a un cahuín de faldas.

"Es una historia complicada, pero sí, dio suerte", soltó el cabro. "Me encontré un día a una mujer en un paradero y ahí hubo un 'roce'", canchereó el ganador.