Puro ñeque pa' salir adelante

"Rocky", un enorme rottweiler de 6 años que hoy no ladra, tiene pesadillas y le teme al mar, fue lo único que quedó del restorán "El Timón", en Duao, tras el violento tsunami que arrasó las costas de la VII y VIII Región.

El afortunado can, con más vidas que un gato, corrió la misma suerte que los habitantes humanos de Duao e Iloca, donde gracias al Cielo nadie falleció por el desastre.

"Yo lo dejaba dentro del local, por si trataban de entrar a robar. El mar se llevó el restorán completo, con el perro adentro, y cuando una ola hizo explotar la construcción él pudo escapar y nadó hasta la orilla", recordó Rosa Bravo (55), dueña de "El Timón" y del coludo sobreviviente.

Además de los serios problemas sicológicos del animalito, Rosa quedó encalillada hasta el cuello, porque su boliche apenas había cumplido un año en funcionamiento el 14 de febrero de 2010, antes de ser hecho pebre por la furia del agua.

"Nunca alcancé a ver utilidades, solo puras deudas", se quejó la microempresaria, quien tras la destrucción total volvió a parar su local a puro ñeque.

"Mi antiguo local tenía cerca de 200 metros cuadrados, el de ahora mucho menos, cerca de 60 metros cuadrados, calculo yo", precisó la comerciante, quien al reconstruir "El Timón" le hizo una forma de proa de barco al inmueble, para que pase el agua y el diseño no genere tanta resistencia.

Como todavía queda gente de buen corazón, además de 5 millones que le cayeron por un subsidio para los comerciantes, un grupo de lolos de Santiago le regaló 15 mesas y 60 sillas, con las que se defiende por mientras para atender a la clientela.

"Estoy trabajando a la mala, no tengo patente", confiesa la emprendedora, quien alega que "hay muy escasa comprensión en la muni... ¡Esto fue por fuerza mayor!", ya que la mosquean mucho con papeles, trámites y requisitos.

Mientras Rosa nos muestra su local, reabierto recién en enero, la mujer cambia su contagiosa sonrisa y reflexiona con penita. "Yo pensaba que con el restorán antiguo tenía mi tarea cumplida, para tener algo que dejarle a mi hijo Raúl (14)", lamenta, junto con confesar que aunque no tiene miedo, a menudo sueña con el tsunami.

Desesperada por volver a levantarse, Rosa implora por visitantes que reactiven el comercio de la zona costera, porque en comparación con años anteriores penan las ánimas.

"En Iloca y Duao estamos a un 10 por ciento de lo que es turismo. Antes no se podía avanzar de tanto vehículo", comentó triste.

"Faltan años para que aquí vuelva a ser como antes. Habrá generaciones enteras que nunca más vendrán", sostuvo la mujer, quien como duerme pilucha tuvo que arrancar al cerro en paños menores tras el terremoto.

El mismo llamado a que los turistas regresen en patota a la zona lo realizó María Naranjo (49), quien junto a su esposo Orlando Correa (56), conocido como "El Tío Chin", lograron reconstruir y reabrir su restorán "Duao", uno de los 6 locales que volvieron a subir la cortina en la azotada vereda poniente de la Ruta J-60.

"Acá, entre los residentes, nadie tiene miedo al mar, pero los turistas sí", apuntó la doña, quien también rogó por más visitantes.

TRAGEDIA DEJÓ A ANÍBAL "ENCALILLADO HASTA LOS OJOS"

La preocupación por la escasez de turismo afecta a todas las áreas del comercio de las zonas dañas el 27/F.

"Ahora vendo mucho menos de la mitad que el año pasado", lamenta Aníbal Bravo (48), quien volvió a parar su carnicería "La Porteña" y la reabrió para Año Nuevo, en el centro de Iloca.

"Estoy encalillado hasta los ojos", confiesa el comerciante, quien calcula que perdió cerca de 11 palos con el tsunami.

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