Se trata del vínculo afectivo de los hijos con sus padres, el que otorgará a los niños estabilidad emocional durante toda su vida. Acá algunos consejos para desarrollarlo.
Ser madre nos cambia la vida, hay un ser pequeñito que depende de sus padres para satisfacer sus necesidades físicas y emocionales, por lo que es clave poner atención en como lo estamos haciendo.
Hay cuatro tipos de apego: seguro, un niño que es entendido y se siente tranquilo; inseguro - evitativo, evitan el contacto cercano, son ansiosos, desconfiados y miedosos; inseguro ambivalente, presentan reacciones fuertes a la separación, actitudes ansiosas y de protesta como llorar y aferrarse, y desorganizado, muestran conductas desorientadas.
Un apego seguro es el que establece una madre que cuando su hijo le sonríe, se acerca; cuando llora, sabe acariciarlo; lo acurruca, le canta, le sonríe, le besa. Si no eres así, puedes cambiar.
El equipo docente de Obstetricia de la U. San Sebastián, señala que "el apego se construye y fortalece a lo largo de la vida, nutriéndose a través de la experiencia y relación que seguirá existiendo entre ambos, independientemente que ya no estén juntos todo el día. La figura de apego que reemplaza a la madre, cuando ésta vuelve a trabajar, como las abuelas o tías, es clave, ya que deberá tener la capacidad de contener y proteger al bebé".