Las lluvias del pasado fin de semana en el Norte Chico- que originaron una serie de destructivos aluviones- alertaron a las autoridades que nuevamente tuvieron que lidiar con las temidas quebradas que llenaron de lodo, piedra y palos una serie de localidades.
Por su geografía, Santiago es un lugar de constante riesgo para la población, especialmente la que se ha instalado de manera indiscriminada en el pie andino, donde desembocan una decena de quebradas potencialmente peligrosas.
El Ministerio de Obras Públicas, a través de la Dirección de Obras Hidráulicas (DOH), tiene entre otras pegas el desarrollo de obras relacionadas con el control aluvional en quebradas, con el fin de proteger a la población y la infraestructura de estos fenómenos climáticos.
Según explicaron a La Cuarta los capos de la DOH para este año, el Plan de Invierno que se ejecutará en la Región Metropolitana, contempla una inversión de $13.169 millones que corresponden a proyectos de conservación y nuevas obras.
Actualmente son varias las quebradas que son monitoreadas en la capital, las más importantes Lo Cañas, Macul, Nido de Águilas, De Ramón y Apoquindo.
El geólogo del Sernageomin y experto en peligros geológicos, José Naranjo, advierte que los aluviones o remoción de masas es uno de los fenómenos naturales que "más gente mata en el mundo y son los de más alta recurrencia a nivel mundial, y en zonas montañosas esto se multiplica".
El caperuzo explica que en caso de nuestro país, y la capital específicamente, "no estamos eximidos de estos peligros porque tenemos una cordillera majestuosa que hace su trabajo naturalmente. La diversidad de factores desencadenantes, más la presencia de la cordillera, este desnivel respecto a las zonas habitables que son bajas en general, es una mezcla perfecta para estos problemas".
El profe de todas maneras descarta que los aluviones estén ocurriendo de manera más frecuente hoy en día. "Hay que ser muy cautelosos, en ese sentido es muy fácil echarle la culpa a un término que está muy popularizado y que es el calentamiento global (...) En ese sentido el fenómeno de recurrencia es un término mal utilizado porque la naturaleza no tiene recurrencias, tiene una conducta que varía en extremos".
Tragedia de macul
Naranjo precisamente estudió en profundidad y realizó varios estudios sobre uno de los aluviones más destructivos del último tiempo en la capital, el del año 1993.
Al respecto, reconoce que hay cierto grado de incertidumbre, ya que pese a que se construyeron piscinas aluvionales, asegura que aún no han sido probadas en un gran evento.
"El fenómeno del 93 no se ha repetido, entonces las piscinas todavía no están probadas para este tipo de fenómenos", asegura.
En ese sentido aclara que en la capital el problema son las construcciones a los pies de la precordillera.
"La palabra clave es el ordenamiento territorial. El Estado y los chilenos en general deben tomar conciencia que eso es muy importante. Además, hay que calificar y cuantificar áreas y hacer mapas para que sean usados por los planificadores territoriales", indica.
Para el experto "hablar de regulación hoy es complicado porque hay distintos intereses. Pero hay una regulación muy importante del gobierno del Presidente Aylwin. Se trata de un decreto donde la responsabilidad de la modificación del plano regulador de cada comuna debe estar a cargo de estudios específicos. Pero hoy falta regular la idoneidad de las personas que trabajan en la evaluación de ese peligro".
Algo similar piensa Mónica Vásquez, académica de Ingeniería Civil de la Universidad San Sebastián, especialista en geotecnia, quien reconoce que el riesgo aluvional está ligado a la planificación territorial.
"Algo que no está directamente relacionado con el suelo son los planes de ordenamiento territorial y urbanismo. Lo que pasa es que el agua tiene memoria y tiene sus cauces naturales por donde originalmente pasaba, entonces si se hizo un desvío inadecuado, si no se garantizan las zonas de retiro, y se construye en lugares aledaños a las quebradas, se corre un importante riesgo".
Vásquez cree que se puede enfrentar estos fenómenos "desde el punto de vista del suelo con distintas protecciones de control de erosión. Existen algunas geomallas o se pueden hacer planes de reforestación".