Carlos Soto: "Nadie me cree que metí 24 goles, sólo se acuerdan de las tarjetas rojas y un 'Pato Yáñez' que hice"
- ¿Cuál es el mejor gol que recuerdas?
Hice dos goles buenos por Temuco contra Colo Colo, en el Monumental y ganamos 2-1. Fue en 1994. Uno de cabeza y uno de remate. Menos mal que estaba Morón al arco, jaja. Cuando le cuento me dice que no era él. Son los más recordados por lo que significa ganarle a Colo Colo, porque en San Carlos incluso hice goles de tiro libre. Según la ANFP, tengo 24 goles y nadie me cree, jaja. Sólo se acuerdan de las cosas malas, como las tarjetas rojas y un “Pato Yáñez” que le hice en San Carlos a la barra de Magallanes, que me tiraba naranjas porque les hice un gol.
-¿Cuántos compadres lograste hacer en el fútbol?
Estoy en un grupo de whatsapp de jugadores de Católica que nacimos el año 65. Están Lucho Abarca, Eduardo Soto, Mario Lepe, etc. Llegamos 7 a jugar en el primer equipo. También recuerdo mucho a Jaime Muñoz y Orlando Mondaca, a quien conocí en Coquimbo. O el Tuto Astudillo. Hice muchos buenos compañeros, incluso donde no jugué. Fui bueno para el camarín aunque no jugara tan bien jaja.
-¿Qué es lo más horrible que has visto en el peloteo?
Lo que encuentro feo son los engaños entre los jugadores, cuando le quitan la mujer a otro. Me incomoda cuando lo escucho. Sea en Chile o en otro lado, es una violación a lo más preciado que tiene alguien, que es la relación con la pareja. Que no se respete ese código. Y lo otro es cuando los dirigentes consideran a los jugadores como si fueran una silla. Esa forma tan patronal y déspota de tratar a un jugador. Eso yo lo viví en Osorno cuando me echaron y después me decían “y ahora qué vai a hacer”, como si uno se fuera a morir de hambre.
-En el sindicato es mucha pega, pero qué es lo más reconfortante?
Hicimos la huelga en 1997 y eso me condicionó para seguir jugando. Los equipos me decían que me contrataban si me retiraba del sindicato y preferí retirarme. Ahora, por ejemplo, hace unos 12 años que el 1 de mayo no se juega, se reconoció que la gente del fútbol es trabajadora. Antes te programaban. Eso es muy dignificante.
-Cuéntanos lo que significa Julio para ti y alguna anécdota con él...
Con Julio me traslado a lo bíblico. Me imagino a Moisés con Aarón. Yo sería Moisés, porque soy el presidente, pero siempre apoyándome en el bastón y preguntándole qué hacemos, qué le parece tal decisión. En esa relación, a Julio lo considero demasiado importante en mi vida. Lo necesito y no solamente en lo laboral. Necesito su estímulo bíblico que me vaya orientando. Las hemos pasado todas: risas, llantos, presiones. Somos como los centrales, con una mirada ya nos entendemos. Igual con los viajes internacionales, como cuando llegamos por primera vez a la casa del Matador Salas en Italia a tocarle la puerta. O cuando viajamos a Escocia a un congreso Fifpro el 99 y nos regalaron un Play Station que acá nadie tenía, no lo podíamos creer.
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- ¿Cuál es la mejor pepa que enchufaste en una cancha?
Mi momento más top fue el penal que me tocó patear por Colo Colo en la definición contra Vasco da Gama, en la Libertadores del 90. A la hora de los penales arrugaron todos y Salah me dijo que tirara el quinto, pero me cambió Espinoza y me tocó el cuarto. Iba muy nervioso, ¡no sabía ni como caminar de la mitad! En esos 10 segundos todos te miraban y deben haber dicho “quién es este piñiñento”. Porque no fueron ni Barticciotto, ni Dabrowski ni Ormeño. Yo quería cumplir, que no perdiéramos por culpa de este cabro.
-¿Y uno en juego?
El 3-2 que hice por Huachipato a Ñublense, el 94, es el que aún tiene al equipo en Primera porque gracias a eso no descendió.
- Eres muy cercano a muchos jugadores, pero ¿cuál es tu mejor amigo en el fútbol?
Uno recibe lo que da. Mi mejor amigo fue Jesucristo y de él tengo los mejores amigos. Nunca en mi vida me imaginé conocer al Cóndor Rojas, estar yo aconsejándolo, ayudándolo y animándole, cuando yo lo veía muy grande. Que me considere su amigo, al igual que Elías Figueroa, que me dice “mira lo que se perdió el fútbol chileno”. Trasciende las generaciones, porque hoy soy amigo de Julio Barros, Justo Villar, David Pizarro, Luis Pedro Figueroa, Juan Delgado… esos son los verdaderos amigos.
-¿Qué te da lata del fútbol?
Cuando uno ve que se repite la historia con algunos jugadores, cuando fracasan por malas decisiones que toman. Que la plata no le hace bien a algunas generaciones, que un gran porcentaje a veces termina mal. Muchos jugadores de elite terminan separados, perdiendo su plata y pagando pensión alimenticia. Ver esos casos constantemente es triste, porque se sacaron la cresta tantos años para nada cuando termina el fútbol. El aterrizaje es duro.
-¿Lo más lindo de la campaña de la Libertadores?
Estuve en el plantel de la Copa Libertadores del 91, aunque no jugué ningún partido. Pero sí fui a La Moneda con el Don Pato Aylwin y todo el show, con la medalla incluida.
-¿Qué admiras de Carlos Soto en todos estos años en el Sifup?
Su labor, por algo lleva tantos años. Es diligente y honrado, algo que se transmite. Yo no podría estar con un tramposo como Tallarico. Lo que Carlos hace refleja mi vida: un luchador que va al frente y que reconoce cuando se equivoca. Y siempre quiere avanzar, hacer algo por el sindicato, estar pensando en los jugadores. Si llega plata, hay que invertirla, dejar algo. No como Jadue que se la lleva y justifica la maldad poniendo un ascensor.
-¿Los jugadores nunca han reclamado?
Los jugadores nos conocen, confían en nosotros porque no andamos en un Audi o un Porsche para aparentar. En medio de tanta corrupción el sindicato ha estado ajeno. Nunca hemos tenido una caída, ya nos habríamos ido por sinvergüenzas.