Raúl Alarcón tiene cachaditas a evas que se cachetean en onda "Sex and The City"

Tras dejar su pega de obrero de la constru por una apendicitis que no lo dejaba ni respirar, Raúl Alarcón (35) tomó la decisión de reciclarse y convertirse en taxista para seguir llevando plata a casa y mantener a su iñora Carolina y sus retoños Gerardo, Pascal y Sofía.

Hace ya diez años que el hombrón busca su destino a bordo de un Daewoo Heaven. "Es una buena pega. Aunque no tengo un palacio, me da para vivir", asegura el titán, quien señala que "gracias a este trabajo estoy cada vez más enamorado de mi señora y veo lo que vale como mujer". Es de los nuestros el astro del volante, que a sus cumpas del paradero Clan Fortunatto vacila de lo lindo allá arriba en Las Condes City, pos ñato.

CAREPALO

Este amor por su patrona no es gratuito, pues Raúl ha cachado en sus recorridos los más bajos instintos de algunas malulas, que hacen aullar de sufrimiento a los pobres machos.

"Una vez tomé a una familia, o al menos eso creí, en un supermercado. Llevaban como 70 lucas en mercadería", recuerda el jefe. Pero el compadre se bajó antes, pues sólo mantenía a la mina, y "ella lo destrozó en el auto y me dijo que quería puro patearlo. Yo me sentí pésimo como hombre, pues él le daba todo lo que le pedía. Era una mala mujer, una arpía".

TRAVIESA

Pero la vez que más se rió Raúl fue "cuando se me cruzó un auto, una mujer se despidió con un calugazo del conductor, subió apurada a mi taxi y me encargó una carrera de hartas lucas hasta el barrio alto. Yo partí feliz de la vida.

Hasta ahí todo era normal, pero "llegamos a la casa y salió el marido a recibirla. Quedé para adentro, pues la perica fue tan barsa que le dijo que venía del médico toda adolorida, y el pobre cornudo le dijo que se acostara a descansar".

Raúl quedó tan saltón, "que llamé altiro a mi casa para saber si mi esposa tenía hora al doctor, jajajá. Por suerte me dijo que no, porque no le dolía nada"... ¡Fiuuuu!

Alfredo Jacques A.

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