Tres razones para entender por qué Colo Colo dio jugo en la Libertadores

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El peor verano de ByN

Todo partió mal cuando la dirigencia alba celebró la Copa Chile como si fuera un trofeo internacional. En un ambiente triunfalista sin precedentes, para un torneo de menor envergadura, se prometió demasiado. Y no se cumplió nada.

No se retuvo a Martín Rodríguez, la renovación de Baeza fue una teleserie y no se trajo a ningún refuerzo de categoría.

Anote: Mark González no jugó ni un minuto en la Copa, Pedro Morales no estaba para disputar un partido completo y Fernando Meza sólo ingresó por la lesión de Matías Zaldivia.

Sin mencionar que se prometió contratar a Macnelly Torres y lo más que le ofrecieron a Atlético Nacional fue un préstamo pagado en cuotas.

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Le quedó grande el poncho a Guede

La Copa sobrepasó al técnico albo. Por más que diga lo contrario, regaló el primer tiempo en Brasil y en Santiago nunca supo leer el partido. El "Fogao" jamás modificó su estrategia defensiva, pese al gol tempranero, y los albos no supieron qué hacer con esa ventaja. ¡Y esa es la labor del "profe"!

Tampoco acertó con los cambios. Puso a "Pokemorales" para, según él, "ser más vertical en el ataque", y lo mandó a la línea de contención, donde tenía a los once brasileños por delante. Puso a "Canchita" Gonzales en el lugar de Véjar "para darle más fluidez a esa banda" y el "cabro chico" era el único abrelatas que tenía el equipo.

Tuvo la sustitución obligada de Fierro por Figueroa y aseguró que el "Pistolero" no "es tanto para atacar como Canchita". Y si esto es cierto, ¿acaso no pudo modificar su esquema? ¿Escuchamos mal cuándo nos dijo a todos que había ensayado al menos tres estrategias en la pretemporada para este duelo? Ese era su trabajo señor Guede y no le pagan mal por ello.

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No hay categoría

Cuando se dice que Esteban Paredes es el "último ídolo albo", se devela una gran verdad. Hace rato que la camiseta del Popular le queda grande a sus jugadores.

Salvo contadas excepciones, Justo Villar es una, nadie juega con la pasión que se necesita en el club más grande del país.

Octavio Rivero desapareció en el duelo más importante de la temporada, Ramón Fernández no es capaz de echarse el equipo al hombro y Jaime Valdés juega hace rato gracias al prestigio que se ganó en la campaña de la '30'.

Y si a eso le agregamos que Luis Pedro Figueroa no sabe definir, que Gonzalo Fierro hace mucho rato dejó de ser desequilibrante o que Andrés Vilches nunca explotó en Macul, el panorama es para llorar. O para convencernos de que el troleo de Botafogo es verdad: "Mucha hinchada para tan poco equipo".

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