Como admiradora de la película nunca pensó que debería recrear lo mismo que vio en el cine. Hoy su hija de cuatro años juega a las escondidas y gana puntos para adornar su realidad.
A través de diferentes imágenes se puede evidenciar la realidad que vive la población civil ucraniana. En medio del conflicto han debido huir de sus casas, refugiarse en estaciones de metro o incluso abandonar el país para no convertirse en víctimas de la guerra.
Dentro de estas víctimas no solamente hay adultos, también hay muchos niños que no logran comprender lo que está pasando y por qué deben esconderse. Una de ellos es Esenia, una pequeña de cuatro años que hasta la semana pasada iba al jardín infantil con sus amigos y ahora debe permanecer escondida junto a su madre.
Para poder disminuir un poco el impacto del violento ambiente en el que ahora viven, es que su madre se inspiró en la película La Vida es Bella y así crear un juego para distraer a su hija. En la ficción Guido es llevado a un campo de concentración nazi junto a su hijo Giosué, para que no se entere de lo que están viviendo lo convence de que es un concurso para ganar un tanque.
Ksenia Lunova, madre de la pequeña relata al medio argentino TN cómo es la realidad junto a su hija. “Jugamos a la escondidas, lo primero fue que ganaba 100 puntos si corría al refugio. Quien no llorara y no tuviera miedo, otros 100 puntos” Todo su puntaje luego lo podría cambiar por algo que la niña quisiera comprar.
También creo sanciones en el puntaje, “quien se acerca a la ventana, pierde puntos”. Todo esto en una realidad paralela para que su hija de 4 años no sepa el horror que están viviendo. “Trato de protegerla lo mejor posible de lo que está sucediendo ahora…Ahora algunos de los eventos de esta película (La Vida es Bella) son la realidad de nuestras vidas”.
La familia vive en Obujov, a 30 kilómetros de la capital Kiev. Si bien durante los primeros ataques pudieron ir a un refugio ubicado en el sótano de la escuela de Esenia, este ahora ya no tiene espacio para más gente por lo que viven en el pasillo de su edificio. “Por las noches hacemos un picnic en el pasillo. Nos tumbamos en el suelo bajo las sábanas y comemos chocolate y manzanas”.
Mientras ambas se protegen en el edificio, su esposo Igor ayuda al ejército ucraniano a construir barricadas y así defenderse. “¿Cómo alguien se atreve a quitarle la infancia a nuestros hijos?” Reflexionó Ksenia en medio de los ataques.