Dueño de casa de dicha comuna llevó la forma de ser porfiado a un nuevo nivel: el del profesional. En mayo ya le habían parado una fiesta en la que 34 personas fueron contagiadas. Ahora dijo tener un "buen" motivo: festejar la vida.
Ya no resulta muy novedoso que pillen in fraganti a ciudadanos armando carretes en deptos, casas y bodegas. Algo impide que no aprendan. Pero lo que pasó en el pasaje Los Acacios, en la comuna de Laja, rompió todos los récords y la paciencia.
El 27 de abril, en este mismo domicilio-disco, Carabineros detuvo una fiesta que terminó con una caña impensada: 34 personas contagiadas y más de 90 en cuarentena, nada menos que el primer brote del bicho del mal en la comuna de la Región del Biobío. Es que hasta apretado bailaron.
Pero el dueño de casa, Pablito León, se quedó con gusto a poco. Feliz porque se recuperó, armó otro "malón" para sacarse los sinsabores y se animó a sacarle brillo a un lunes. Había que celebrar, en su cabecita...
Los uniformados, alertados por los vecinos de Los Acacios que no fueron invitados, tocaron con los pies la puerta, aunque no traían aporte. Cascando sacaron a seis hombres y dos mujeres, quienes habían dejado las mascarillas de lado para tomar copete en bombillas. ¿Distancia física? Sí, claro...
Al dueño de casa se le consultó "qué tiene en la cabeza" y, tras pensarla un rato, respondió que el motivo del merequetengue era festejar la vida, pues la fiesta era en honor a él por haber superado la cuarentena. Y quí tanto. "Pablito", quien ocupa la mascarilla de medallita, se defendió: "Para mí no es fiesta. No eran más de 10 personas". Vengan de a uno...
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