Reed Hastings, presidente y fundador de Netflix, contó a Sábado los planes de la compañía para Chile y el futuro de la televisión tradicional ante los servicios de streaming.
Reed Hastings se asoma en el escenario del Marriot de Bogotá, los aplausos y silbidos resuenan en el auditorio, repleto de prensa latinoamericana y empleados de Netflix. Es 9 de octubre y la compañía de streaming está en Colombia para el lanzamiento de su contenido latino.
No ha faltado nadie. Están sus vicepresidentes de producto y talento local, además de las estrellas que protagonizan las series de Netflix: Charlie Cox (Daredevil), Miguel Herrán (Elite, La casa de papel) y Manolo Caro, director del fenómeno mexicano de La casa de las flores. Tampoco está ausente el crédito colombiano Juan Pablo Raba (Distrito Salvaje).
Hastings viste con simplicidad y como un evangelizador, se dirige a la audiencia para explicar lo que se viene para Netflix y por qué Latinoamérica es tan importante. A diferencia de otros líderes tecnológicos, el CEO del servicio de streaming no acusa a nadie y dice que hay espacio para todos y que ir al cine es una experiencia que no va a terminar.
El fundador de Netflix tampoco prevé la muerte de la televisión, a pesar de la popularidad de los servicios de streaming de entretención, que en el caso de su compañía llegan a los 125 millones de suscriptores en todo el mundo. "La televisión se moverá hacia eventos en vivo, deportes y noticias", explica a Sábado.
"Tú escuchas música en Spotify, pero todavía la gente va a conciertos", ejemplifica Hastings, tal como lo hizo en su discurso de apertura, donde advierte que Netflix no va a reemplazar las experiencias.
Paradójico para una compañía cuyo impulso inicial fue la mala experiencia que tuvo su fundador con Blockbuster, la compañía de arriendo de videos que terminó desapareciendo ante el avance de la entrega de contenido digital.
Reed ya era un empresario exitoso en 1997. Como todo el mundo, usaba Blockbuster para ver películas, pero un retraso en la entrega de una de ellas le costó una multa de 40 dólares. Se negó a pagar y eso lo impulsó a idear una nueva fórmula de arriendo sin multas de por medio, el principal ingreso del gigante de arriendo de videos.
Así nació Netflix, bajo la premisa de la suscripción mensual y sin penalidades. Y que finalmente sacó de carrera a Blockbuster cuando en 2006 se masificó el streaming.
"Creo que eso es una coincidencia. Tuvimos suerte de que Blockbuster esperara mucho tiempo para entrar al negocio", aclara Hastings, restándole importancia a una historia que se repite constantemente en Silicon Valley como ejemplo de aprovechar una oportunidad.
El secreto de Netflix
Uno de los pilares del éxito es el algoritmo que permite personalizar las búsquedas de los usuarios y que lo pongan en un bucle que termina con los usuarios consumiendo decenas de horas de televisión.
Nadie sabe cómo opera ese código y en Netflix se encargan de agrandar el misterio: "Es como la receta de la Coca Cola", bromea Hastings y aclara que los datos de los usuarios se mantienen a salvo y que no terminará siendo usados como en Facebook.
-¿Los datos son usados para algo más que mejorar la búsqueda?
Cobramos cerca de 10 dólares mensuales por nuestro servicio y no queremos intercambiar los datos de nuestros usuarios con avisadores. Nuestros clientes van a ver videos y no vamos a recopilar sus datos. Por lo tanto, no tenemos ese tipo de desafíos, que tienen generalmente las compañías online.