El animador, que retornó a Canal 13, reveló que el 2012 tomó la decisión de volver a la televisión sólo con programas "que me hicieran feliz y esa premisa la he cumplido. A esta altura de mi vida, busco dejar un mensajito".
Leo Caprile (59) es sinónimo de animación. Pero también es hablar de la vieja escuela de la televisión, con nombres como Julio Videla, José "Pollo" Fuentes y Javier Miranda.
Justamente, ese estilo es algo que el locutor radial busca reflotar en su retorno a Canal 13 a un nuevo espacio que ocuparía el último bloque del mediodía, que ahora es el Bienvenidos. "Quiero reencontrarme con esa televisión con alegría, cálida, cercana", afirmó.
Sobre si su vuelta significa un nuevo renacer al estar fuera de las pantallas, el animador es claro: "Para renacer tendría que haberme muerto y profesionalmente no me he muerto, lo que pasa es que tomé una decisión, a principios del 2012, de estar en la tele haciendo cosas que me hicieran feliz y esa premisa la he cumplido. A esta altura de mi vida busco dejar un mensajito, tirar un concepto que le sirva a la gente. Por eso, no considero que sea un renacer, sino que es un reinventarse, es una nueva oportunidad, yo no la andaba buscando".
El oriundo de Valparaíso, y que se hizo conocido al conducir el programa "¿Cuánto vale el show?", contó que durante ese tiempo de receso de la televisión se dedicó a la gastronomía.
"Estoy dedicado a la cosa gastronómica. Tengo un emprendimiento de asados dónde enseñamos los secretos para que queden bien, uso harto el Instagram con temas de comida", aseguró.
Ese vínculo con la comida fue lo que lo motivó a aceptar el proyecto de Canal 13, donde se mezclara la trivia con la cocina. "Hay una relación con algo que me viene motivando hace un buen rato, entonces me hace mucho sentido porque tiene que ver con lo que yo me había propuesto, que era trabajar en algo que a mí me gusta. Es un desafío, hay una motivación, porque es un tema que va a acorde a mi estilo de vida".
Leo tiene claro que la televisión no es la misma que la que la rompía en los noventa. "Es evidente que cambió y para siempre. Cambiaron los formatos, las audiencias, pero siempre hay que buscar la oportunidad de atreverse, de innovar y eso también es parte del encanto que me provoca el proyecto. Es crear espacios nuevos, salir del molde", detalló.
Agregó que "nadie inventa la tele de nuevo, pero sí tengo la oportunidad de hacer un programa donde domino el tema, como es la cocina, que me pone muy alegre. Es un compromiso que sea un relajo, una cosa alegre, dentro de un panorama que a veces no es tan alegre".
En este proceso de reinvención, el animador aprendió a establecer sus límites: no hacer nada que no le parezca interesante. Sólo retornaría a un programa o canal si el proyecto le "hacía bien".
"No voy a la tele por estar en la tele y ser famoso, voy a estar un año, dos, y la gente te reconoce, te quiere igual. Eso de estar pegado a la pantalla, porque hay que estar, a cualquier precio, a mí me parece muy dañino para un rostro. Porque al final le guste o no, lo niegue o no, cuando uno no hace lo que te llena el espíritu te frustras", contó.
Por último, reflexionó que "cuando no vas a trabajar contento ya no eres aporte y es mejor, en ese sentido dar un paso al costado. Siempre hay que esperar que te llamen, nunca hay que ir a llamar".