Reportero de buen corazón cubrió rescate de gatita y la adoptó

Unos maullidos alertaron a vecinos de un sector de la zona sur de Talca sobre la presencia de un gato encerrado en el maletero de un auto, el que se podía asfixiar, y por eso llamaron a Carabineros.

Los verdes llegaron, identificaron a la dueña del vehículo y la fueron a buscar a su trabajo en la Seremi de Salud de la ciudad.

Entre tanto fue a cubrir el supuesto caso de maltrato animal el reportero de TVN Red Maule Fidel Soto, quien cuando apareció la dueña del auto le preguntó “qué onda”, y ella le dijo que no se lo explicaba porque no había metido a un animal ahí y tampoco tenía gatos en su casa.

Más cachudos quedaron todos cuando la señora abrió el maletero, no apareció ni un gato y los maullidos seguían. Entonces recién cacharon que el felino era guagua y estaba atrapado dentro del parachoques trasero.

El cabo 2° Daniel Cortés estuvo a cargo del rescate y aguantó algunos arañazos del gatito hasta que lo rescató. Cuando ya estaba libre descubrieron que era hembra y por un momento todos se quedaron acachados con el minino sin dueño que no podían dejar tirado en la calle.

“Nadie se la quería quedar, los carabineros tenían que pedir permiso, la señora del auto tenía perros en su casa y no la podíamos dejar a la deriva. Yo vivo con mi polola en un departamento y habíamos conversado la posibilidad de tener un gato, le pregunté si la podíamos adoptar y me dijo que sí”, contó Fidel.

“Tiene alrededor de mes y medio, le pusimos Dulce María y ahora está impeque porque cuando llegó a la casa se escondía bajo los sillones, en el baño, no quería salir, tenía pánico por la situación traumática que había vivido”, agregó.

La polola de Fidel, Daniela Sepúlveda, nos contó que “la acogimos con cariño, le dimos leche, estaba súper asustada, se iba a todos los rincones, tiritaba. Le compramos todas sus cosas, una caja de arena, juguetes, comida, de a poco se fue adaptando, no sabía comer sola, no sabía tomar agua y la comida se la teníamos que moler y remojar”.

El final feliz de la historia es que Dulce María ya se acostumbró a su hogar. “Ahora está más tranqulita, no se esconde, corre por todo el departamento, salta y juega. Llegó desnutrida, súper flaca, se le notaban todos los huesos y ya no. De la municipalidad de Talca vinieron y le pusieron la primera vacuna y vitaminas y se comprometieron a seguir controlándola”, concluyó la mamá de la gata de seis vidas porque una ya la perdió.

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