Llevo muy pocas horas en Viña y ya siento la emoción que provoca el Festival Latino más importante del mundo. Lo mediático, las repercusiones, la calidad de los artistas y la historia configuran un espectáculo único e irrepetible…
Debo confesarles que estar presente en la sexagésima versión del Festival Internacional, es maravilloso. Ser la animadora es todo un orgullo; pero a la vez, una enorme responsabilidad.
Uno se siente representando a Chile, es como jugar por la selección. Estoy tranquila que junto a Martín (Cárcamo) y el equipo hemos trabajado a conciencia. Para serles franca: no hemos descuidado detalles. Tanto en los contenidos, formas, como en la elección de los vestidos para que estén a la altura y espero que les gusten.
Y hay algo especial en esta ciudad. Sobre todo, porque hace muchos años nació mi amor por este lugar. Mi papá era de Catemu. Mi mamá de Viña del Mar. Entre la costa y la cordillera de la Región de Valparaíso pasaron mis mejores momentos de niña. Les contaré una anécdota. Cuando ya estábamos en Santiago a mi papá, de repente, le daban ganas de comer unas machas a la crema. Me invitaba. Y partíamos al restorán favorito de la avenida Marina. ¡Qué lindos recuerdos!
O aquel 1996, en que estando de público quedé cautivaba con el show de más de 2 horas de Juan Gabriel; o el mismo año 1987 que tuve la oportunidad de ir por primera vez a la Quinta y ver en vivo al Niño de España, Raphael.
Imagínense lo que representa para mí, que 32 años después, tendré el honor de presentar al intérprete de "Cierro mis ojos", "yo soy aquel", y cientos de éxitos más. Definitivamente, será un "escándalo"; ¿no les parece?
Sería muy injusto no mencionar en esta columna, el gran apoyo que he recibido de mi querido canal y matinal, además del equipo de lujo que está a cargo de esta sexagésima versión del Festival de Viña del Mar y que me provocan mucha admiración. Para todos, mi más profundo afecto y cariño.
Sólo prometo que haré todo lo posible, por estar a la altura. Y creo que ustedes lo sabrán valorar.