En la semana hablamos con Salo Luna por la condena de cinco años que la justicia alemana dictó para el segundo hombre de Colonia Dignidad, Harmut Hopp, ya que el chileno se hizo conocido en 1997 cuando a los 18 años denunció que fue víctima de abusos de parte de Paul Schäfer.
En la reciente conversa Salo también contó que ahora trabajaba como monitor de vóleibol en San Fabián, Región del Ñuble, y quisimos saber más al respecto. "Aprendí a jugar en el colegio cuando tenía como 14 años. Ahí recién conocí un balón de voleibol en la escuela Paso Ancho, jugábamos una vez a la semana y los balones eran implementos sagrados, porque sólo había dos", contó.
Como Salo iba a la colonia los fines de semanas, además de las vacaciones, pudo practicar su deporte. "En la enseñanza media estuve en la selección del colegio Nuestra Señora de la Merced, de San Carlos. Siempre jugué de 'centro', que tiene que ver con el bloqueo, el apoyo; de diez pases que van para remache, sólo te llegan dos o tres. Es prácticamente bloquear y estar dispuesto al apoyo y a la defensa. Es un puesto bastante ingrato, porque de repente los dedos te quedan doblados para cualquier parte, ya que recibes todos los pelotazos de los que atacan".
Según Salo, el maltrato que recibió en Colonia Dignidad no afectó su rendimiento deportivo. "El tema de la vulneración que sufrí lo pude canalizar en un súper corto plazo. Lo conversé con mi familia, con mi hermana, que fue un gran apoyo y fui capaz de analizar, asumir, canalizar y salir adelante; en ningún momento fue un obstáculo para el voleibol y avanzar en mi vida, fui súper resiliente, siempre lo he sido".
LA SUFRIDA VIDA DE SALO LUNA
Para ejemplificar contó que "como familia hemos sufrido pérdidas súper heavy. A mi hermano menor, que era miembro de la PDI, lo asesinaron el 2007 en Chillán la noche de mi cumpleaños. Tuve una hermana que falleció por una negligencia médica a los 22 años, cuando fue a dar a luz. Y mi papá falleció el 2002 de cáncer, entonces han sido bastantes golpes que me ha dado la vida".
Salo forma parte de la selección de San Carlos y entrena a los niños de dos colegios de San Fabián. "Hago clases en la escuela Paso Ancho y en la Trabuncura, que colinda con Villa Baviera, y hemos tenido muy buenos resultados llegando a ser terceros a nivel provincial", contó.
Y no es sólo entrenador seco, porque aún juega a un buen nivel, como lo ratificó Rodrigo Muñoz, el encargado de deportes de San Fabián, quien dijo que el monitor "es el mejor voleibolista del pueblo".
"A los 38 años aún me da el físico: mido un metro 80 y peso 75 kilos, lo mismo de cuando salí de cuarto medio. Y eso que como muchísimo, pero trato de no consumir muchas grasas, nunca he fumado ni tomado, no me gusta trasnochar, no tomo gaseosas, no tomo café y tomó mucho liquido, tres litros de agua diario sin contar el té", remachó.