Se las quiso dar de Aquamán, pero quedó con agua al cogote y le dio hipotermia

Los familiones que van en choclón al supermercado y salen llenos de bolsas nailon para llenar el refrigerador de la casa son los clientes habituales del taxista Jorge Pizarro Jara.

Aunque el hombrón jamás tuvo mayores vínculos con el transporte de pasajeros, ya cumplió una década llevando el pan a la casa gracias a la tarifa que sin arreglines marca su taxímetro.

Don Jorge era digitador en una importadora de frutas, "esa era mi pega", dice, pero le mostraron el sobre azul y "tuve que dejarme llevar por el sistema, que al final me instaló como taxista".

FILÓSOFO

El patrón invirtió sus ahorritos en comprar un Lada 2105 y ocupó el puesto que le vendió un tío en el paradero del Lider de Grecia con San Eugenio, en Ñuñoa, lugar que ocupa hasta hoy.

Pese a que no se queja con la pega, "pues si uno es ordenado puede generar buen dinero para subsistir", don Coke también tiene claro que "hay gente que asume que el taxista es malo y se pone prepotente con uno", se lamenta haciendo pucheros.

Según el jefe, "en las películas siempre nos muestran que andamos metidos con patos malos, pero hay mucha gente educada trabajando". Y agrega que "si alguien compra droga, se sube al auto y los carabineros te paran, eres culpable por ser el dueño del vehículo. A un amigo ya le pasó".

PIRIGÜÍN

Pero también las anécdotas han sido compañeras de ruta de este taxista, aunque especialmente una lo dejó marcado para siempre: Quedó con el agua hasta el cogote en un día lluvioso y se le funó el techo amarillo. Para nunca más.

"Iba por el camino de Ferrocarriles hacia Maipú y para allá no hay puente", recuerda. "Caché que pasó una camioneta y otro taxi en un lugar con algo de agua acumulada, así que me pegué el salto y crucé, nomás, sin pensar en lo que sucedería".

Cuando iba en lo mejor, el vaivén del agua dejó el auto atrapado. "El agua llegaba hasta el techo y entraba por todos lados. Me tuve que bajar y quedé empapado hasta el cuello. Me dio feroz hipotermia", señala con tiritones de puro acordarse.

Tras intentar mover su taxi en vano, "un camión me ayudó a sacarlo y partí conduciendo a casa. Pero después no partió más el motor y pasé dos meses sin trabajar".

Por esta experiencia Jorge sabe lo importante que es ser "Juan Segura" en estos meses de invierno y ahorra platita para cualquier imprevisto. "Soy uno de los pocos que impone para tener jubilación, aunque sean unos pesos", declara. Y tras echar a andar el taxímetro, parte por los caminos y lagunas de la vida.

Alfredo Jacques A.

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