"¡Se nos enchuecó toda la piscina, Ricardo!"

Mostrándose los dientes terminaron detectives y gendarmes tras el hallazgo del túnel por el que 220 presos pretendían fugarse en patota desde Colina 2.

Las movidas con las que el servicio penitenciario hizo creer a la opinión pública que el pasadizo secreto de casi 91 metros fue descubierto por su Departamento de Inteligencia causó molestia en la policía civil.

La pulenta es que en Gendarmería estaban patos, no tenían idea de la existencia de la galería, y fueron detectives de la Brigada Antinarcóticos Metropolitana los que ubicaron el socavón y funaron el escape.

El día del hallazgo, Gendarmería copó el sector con sus hombres y quiso adelantarse a Investigaciones en el encuentro con la prensa. Los gendarmes incluso se apoderaron de la casa donde nacía el túnel, lo que motivó que un alto oficial de la policía civil los "invitara" a abandonar la vivienda y ordenara el ingreso de sus detectives. Era "de justicia" que, por lo menos en la tele, se notaran más las parcas azules que los uniformes verde oliva.

CAZUELA

Las pesquisas que permitieron a la policía civil descubrir por casualidad el túnel comenzaron en septiembre de 2007, cuando supieron que un preso rematado de Colina 2 dirigía desde su celda el traslado de pasta base desde Calama a la capital.

La pronta acción de los detectives permitió identificar al burrero que viajaba a buscar la droga a la II Región e incluso ubicar el taller donde encachó el doble estanque del auto para caletear el alcaloide. Los policías se dieron el tiempo de seguirlo por tierra a Calama, hasta donde llegó con 24 millones de pesos para la transacción. Los funcionarios ubicaron además al boliviano que le pasaría los 30 kilos de falopa, pero no arrestaron a ninguno, ya que la operación no se hizo.

A comienzos de este año, la yuta ya tenía pinchados los celulares del reo Ricardo Bouffenais, de su conviviente Claudia Gissela Echeverría y de todos sus secuaces. La policía sospechaba que se trataba de una típica red de tráfico dirigida desde la cárcel, pero el 11 de enero supieron de la existencia del túnel.

En una de las escuchas telefónicas los detectives se enteraron de que cuatro pirquineros de la Región del Biobío habían llegado en bus a Santiago para construir "una piscina". Raro, ¿no?

"Ya llegaron, tengo las herramientas, los instalé, los fui a ver y ya están trabajando", le dijo Claudia Echeverría a su pareja en prisión, Ricardo Bouffenais.

Así comenzaron a hablar en clave por celular. A las brocas de los taladros las llamaban "lápices" y a los tuneleros les decían "niños". Fue así como los "niños" varias veces pidieron comprar más "lápices" porque se les había gastado la punta. A la hora de subir los sacos con tierra a la superficie, hablaban de "poner las cosas en la bodega".

Los presentimientos de los policías de que la "piscina" correspondía a un túnel se confirmaron cuando Claudia Gissela llamó enfurecida a Bouffenais y le dijo: "bajé a la 'piscina', pero todas las curvas están pa' la izquierda... se está enchuecando". Esa escucha dejó al descubierto el condoro de los pirquineros, que desviaron el trazado del túnel 20 metros hacia Colina 1.

Con el dato confirmado de que los presos traficaban drogas para financiar la construcción del forado, a los detectives antinarcóticos sólo les faltaba saber dónde estaba el socavón.

EL BALÓN

Los policías escucharon la pista clave en los primeros días de marzo, cuando Claudia Echeverría compró un balón de gas por teléfono y pidió que se lo fueran a dejar a la casa 716 del pasaje Unión. Con ese antecedente, los detectives descubrieron que la vivienda está ubicada atrás de Colina 2, en la población O'Higgins, y empezaron a vigilarla. Pusieron puntos fijos y cámaras afuera de un jardín infantil y al lado del cementerio. De esa forma cacharon que los "topos" trabajaban de lunes a viernes y que fin de semana por medio viajaban a la Octava Región. También vieron cómo tres veces a la semana sacaban los escombros del túnel en sacos paperos.

Los cargaban en un camión blanco tres cuartos que les costó 8 millones y los tiraban al lado del panteón y del Fuerte Arteaga de Peldehue. La máquina era manejada por el pirquinero Manuel Muñoz Pardo, alias "El Guatón", con domicilio en Talcahuano.

Con todas esas pruebas, la policía civil no tuvo otra opción que sacrificar la operación antidrogas y alertar a Gendarmería sobre la existencia del túnel antes de que se les arrancaran los presos de Colina 2.

Fue así como pasadas las 7 de la mañana del miércoles, funcionarios de Investigaciones y Gendarmería reventaron la covacha, encontraron el pasadizo secreto y detuvieron a los cuatro tuneleros. A la misma hora fueron allanadas las celdas de Ricardo Bouffenais, Sergio Santis y Juan Pradenas.

Las parejas de los dos primeros, Claudia Echeverría y Tamara Torres, cayeron en Estación Central y El Bosque, respectivamente.

Cuenta de luz les subió de 10 a 90 lucrecias

Tras recibir las órdenes que desde el penal le dio su amigo Ricardo Bouffenais, Raúl Vásquez se encargó de reclutar en la Octava Región a los otros tres pirquineros que le ayudaron a cavar el túnel. Se trata de Manuel Muñoz, Héctor Pino y Lucho González.

Después de fijar con su encarcelado patrón un sueldo mensual de 500 lucas, los "topos" se pusieron a picar a comienzos de este año. Trabajaban de 9 de la mañana a 7 de la tarde, con derecho a desayuno y almuerzo que les iba a preparar Tamara Torres, pareja del preso Sergio Santis.

La mujer vivía en El Bosque y el pique que todos los días se pegaba a Colina tenía cachudos a los detectives. Claudia Echeverría, pareja de Bouffenais, también viajaba diariamente desde la población Los Nogales, en Estación Central, a vigilar la obra, pero lo hacía en un Peugeot 307 año 2007.

Las pericas se habían encargado de arrendar la casa en 80 mil pesos mensuales, comprar las herramientas y pagar los sueldos y las cuentas.

En sus casas la policía encontró boletas, una por la compra de un taladro en 700 lucas, y giros de medio millón de pesolios.

Lo salado de los recibos de la luz y del agua también dejaron al descubierto que dentro de la casa pasaba algo extraño. Antes de que la vivienda fuera arrendada, las boletas promediaban las 10 lucas, pero el uso de las picotas eléctricas, los generadores de luz y aire, del tecle con motor para subir los escombros y de la radio con la que animaban la faena elevó las cuentas hasta los 90 mil cachos.

MERCA

La investigación de la Brigada Antinarcóticos Metropolitana estableció que Bouffenais, Pradenas y Santis mandaban a pagar los cargamentos de droga con dinero en efectivo o autos robados.

Las encargadas de las transacas eran Claudia Echeverría y Tamara Torres. El 21 de enero, después de que se les acabaron las primeras lucas para el túnel que obtuvieron en una colecta que hicieron los presos de Colina, la pareja de Bouffenais movió en Estación Central 6 kilos de pasta en 3 millones.

Detectives ya seguían a Claudia, pero se les arrancó y sólo agarraron a la compradora María Cifuentes, quien está en prisión preventiva.

Después del manso susto, Claudia de inmediato llamó a Bouffenais a Colina 2 y le dijo: "Perdimos la droga, la 'María' está detenida, pero pagó los 3 millones". Con ese dinero pudieron continuar la construcción del túnel.

Por una orden que el 3 de marzo Sergio Santis les dio desde la cárcel, Tamara Torres y su hija de 17 años también tuvieron que meterse en el narconegocio.

Carlos Godoy S.

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