El segundo terremoto más potente en la historia de Chile

La  madrugada del 27 de febrero de 2010, a las 03:34:08, hora local, ocurrió una catástrofe con un gran impacto social y económico, la que tuvo importantes repercusiones para el sector asegurador.

Hablamos del terremoto que alcanzó una magnitud de 8,8, el que vino de la mano con un feroz tsunami que no fue advertido a la ciudadanía.

En esa fecha, la red sismológica no contaba con demasiadas estaciones. De hecho, una buena parte de ellas estaban concentradas en el norte debido a la existencia de un programa de colaboración académica con el GeoForschungsZentrum de Potsdam, Alemania.

A eso hay que sumarle que las redes de comunicación se manejaban principalmente con lo que es el Internet, sobre todo las que conectaban con las estaciones sismológicas con las oficinas del SSN, que tampoco estaban preparadas para soportar una emergencia de ese tamaño.

Pese a todo lo ocurrido, no hubo una alerta preventiva que les anunciara a los chilenos el gran terremoto que se les aproximaba.

Luego de que ocurriera el movimiento telúrico, los marinos del SHOA mantuvieron la cancelación de la alarma de tsunami pese a que la oceanógrafa de turno les advirtió del peligro de "olas destructivas". Minutos antes, en Santiago, llegó la notificación de que una ola había devastado Juan Fernández y no dieron aviso.

Debido a los constantes errores  por parte de los organismos encargados de enviar la alarma de tsunami, no se comunicó a la población acerca del evento.

Tras esto, la presidenta de ese entonces, Michelle Bachelet, llamando a la calma a la población y descartando la existencia de un tsunami, precisamente cuando morían más de 100 chilenos, por el maremoto.