"No puedo ni ir al baño sin que un colega me releve", contó Alejandro Contreras (35), uno de los valerosos y continentes guardias del Museo de Bellas Artes que vigilan celosamente el valioso retrato del rey Felipe IV, cototuda obra del pintor pepillo Diego Velázquez (1599-1660).
Contreras, quien conversó con La Cuarta sin despegar los ojos de la pintura, aseguró que tiene a todos y cada uno de los visitantes "completamente identificados", y juró que, si fuese necesario, daría la vida por resguardar esta joyita del arte mundial.
El Segurola es uno de los puntos fijos que velan por el cuidado del cuadro, pintado por uno de los grandes del arte universal. La muestra está ultra vigilada, porque es la primera pintura del Museo del Prado, en España, que visita Latinoamérica.
CAMARITAS
Además de los guardias, la exposición cuenta con un circuito cerrado de tele, alarma, sensores láser, y varios sistemas súper secretos del recontraespionaje que ya se los quisiera el Súper Agente 86. La idea es evitar un bochorno como el ocurrido con la muestra de Auguste Rodin en 2005, cuando un gil en una "acción de arte" se peló y luego devolvió "El Torso de Adele", una de las grandes creaciones del escultor franchute.
Pese al celo con que es custodiada la maravilla pictórica, las autoridades del museo invitaron a la barra pop a disfrutar de este tremendo privilegio que "dialoga" con cuadros de artistas criollos.