La actriz estadounidense sufre esclerosis múltiple, pero lucha por convivir con su enfermedad y enfocarse en estar presente para su hijo. b "Estoy discapacitada. En ocasiones me caigo. Tiro cosas. Se me nubla la memoria. Y mi lado izquierdo le pide direcciones a un GPS descompuesto. Pero lo estamos logrando", reconoce.
El nombre de Selma Blair (46) está marcado en la retina de los actuales treinteañeros del mundo. Es que la actriz estadounidense ha sido el foco de atención en varias películas de un público que, a inicios de este siglo, estaba en medio de su adolescencia y disfrutaba de producciones en las que ella enamoró gracias a sus increíbles interpretaciones.
Películas como "Juegos sexuales" (que la catapultó al estrellato gracias a su recordado y apasionado beso con Sarah Michelle Gellar), "Legalmente rubia" (donde repitió grabaciones con Reese Witherspoon), "La cosa más dulce", "Hellboy" y "Enamorada de mi ex", fueron la excusa perfecta para ponerla en la órbita de los cinéfilos.
Blair nació en Michigan en 1972, y se hizo rápidamente popular luego de su primer blockbuster, siendo reconocida además con el premio "Nuevo Rostro Femenino", en los Young Hollywood Awards, además de sumar un galardón de los MTV Awards en la categoría a "Mejor Beso", por el que se dio con Sarah Michelle Geller en "Juegos sexuales".
Casi cinco décadas más tarde y con un hijo que cuidar (Arthur, de 7 años), Selma ya no lucha por llenar su repisa con más premios, sino que intenta llevar una vida lo más normal posible, pues sufre de la compleja esclerosis múltiple.
"Estoy discapacitada. En ocasiones me caigo. Tiro cosas. Se me nubla la memoria. Y mi lado izquierdo le pide direcciones a un GPS descompuesto. Pero lo estamos logrando", fueron sus palabras en la última entrega de los premios Oscar, ceremonia a la que debió asistir con un bastón.
Blair ya había dado a conocer su enfermedad mediante su cuenta de Instagram (en 2018), donde reveló lo que sentía en su diario vivir y cómo fue que comenzó a notar el deterioro en su cuerpo.
"He tenido síntomas durante años, pero nunca los tomé seriamente hasta que me caí frente a él (médico), tratando de resolver lo que pensaba era un nervio comprimido. Probablemente he tenido esta enfermedad incurable por al menos 15 años. Y me siento aliviada porque, al menos, ahora lo sé. Y lo comparto con mi familia de Instagram... ustedes saben quiénes son", posteó en su oportunidad.
Una revelación que vio sus primeros efectos en una entrevista concedida hace años en el programa "Good Morning America", donde se notó claramente su problema al hablar, pero que recién supo confesar al mundo luego de caer entre lágrimas al ser diagnosticada por primera vez con la enfermedad.
Y no por miedo ni nerviosismo, sino porque en ese duro instante supo de su afección y lo que debía hacer a partir de ese momento para aprender a vivir su nueva vida.