Semana Santa: una tregua de Amor

Mientras, en Chile y toda la Región, se viven días agitados, la conmemoración anual cristiana de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús de Nazaret, ofrece una pausa al clima que agita las aguas del presente.

La delincuencia, el femicidio, la pedofilia y los abusos sacerdotales mantienen un panorama de tensa calma, poco alentador en los hogares. La desconfianza asoma como un arma mortal, en medio de una Semana que invita a la más profunda reflexión espiritual.

La Semana Santa comenzó hace 48 horas con el Domingo de Ramos. Ahora, la iglesia católica, apostólica y romana se apronta a vivir un período de intensa actividad litúrgica dentro de las diversas confesiones cristianas.

Lo curioso, pero lógico; lo angustiante, pero obvio es el distanciamiento que afrontan los fieles de sus pastores. Los pecados inconfesables de algunos sacerdotes y presbíteros han derribado el inquebrantable muro de confianza que por años edificó una Fe de nuestro pueblo cristiano

Lo social, lo político, y la Fe se han alejado rápidamente de las capillas. Y Jesús cargando su Cruz está más solo que nunca.

Ahora, ad portas de la Pasión de Cristo que se celebra en la eucaristía del Jueves Santo, la Crucifixión que se conmemora el Viernes y la Resurrección, en la Vigilia Pascual que se recuerda de la noche del Sábado al Domingo de Resurrección, Chile tiene la gran misión de dejar atrás sus diferencias. Y no solo religiosas. Es el mejor momento, de volver a empezar.

De acuerdo a las costumbres, las creencias y su propia cultura, el pueblo judío celebraba la fiesta de pascua en recuerdo de la liberación de la esclavitud de Egipto. Esto ocurría el día de la primera luna llena de primavera. Aquella fecha se fijaba en base al año lunar y no al año solar de nuestro calendario moderno. Es por esto que cada año la Semana Santa cambia de día, pues se le hace coincidir con la luna llena.

También, creo oportuno recordar en esta columna, que detrás de cada pecado - para los que procesamos la Fe- está la tentación. Ésta se filtra sigilosa en todas partes; incluso en los sacerdotes. Y la tentación es más fuerte que el amor a Cristo. Y eso, sí que es lamentable…

Que la justicia haga la pega y Que Dios Los Perdone.

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