Enclavado en la cordillera de Rancagua, este ex campamento minero fue abandonado y sólo las almas en pena sobreviven a la soledad.
Que todo tiempo pasado fue mejor puede parecer una frase cliché, pero en Sewell, Región de O'Higgins, esa expresión tiene una relevancia especial.
Este campamento minero quedó en el olvido a mediados de los setenta, pero en su época de esplendor recibió a más de 18 mil habitantes, quienes vivían de la efervescencia del cobre.
Empinado sobre los 2.000 metros de altura y con sus innumerables escaleras, Sewell se convirtió en un próspero asentamiento, del cual sólo sobreviven las almas que continúan deambulando por sus edificios.
En el Hospital de ese extinto campamento es donde existen los mayores registros de presencia paranormal. Voces, ruidos y sombras que merodean por las escondidos pasillos, quizás buscando la paz que no encontraron en la muerte.
Durante las noches, cuidadores del sector ven encenderse las luces sin motivo, junto con oír fuertes estruendos que la gran mayoría de las veces no tienen explicación, ya que en la actualidad, nadie habita ese lugar.
Por las interminables escalinatas del pueblo, también hay quienes aseguran ver pasear a espectros con ropas antiguas. Figuras difusas que se pierden entre las montañas que guardan la historia del pueblo.
En Sewell se respira un aire a nostalgia. Observar las casas abandonadas, el oxido en sus fierros, los vestigios en las viejas maderas, hacen que quienes visitan el lugar se trasladen a ese época de esplendor.
Sewell fue considerado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2006. Aún se mantienen en pie cerca de 50 edificaciones junto a su característica escalera central, que conecta los diferentes sectores de lo que queda del sitio. Se puede llegar por medio de tours que inician en Rancagua o Santiago, en donde se recuerdan los bellos momentos que dejó este lugar, al cual sólo algunas almas lograron sobrevivir.