El reloj marcaba las 23 horas de la cálida noche del 12 de enero del 2011. Julio Pérez Silva, el mayor asesino serial de la historia criminal chilena y que actualmente cumple cadena perpetua calificada por los crímenes de 14 jóvenes y 20 años extras por dos violaciones, repasa la mirada por última vez a la celda 17 ubicada en el tercer piso del Módulo A 3, en el Complejo Penitenciario de Acha, ubicado a 5 kilómetros de Arica en el extremo norte del país.
Luego de un vistazo al patio del recinto -en donde pasó casi 10 años- por la pequeña ventana del calabozo que no mide más de seis metros cuadrados, y tras despedirse de su compañero de celda, Pérez, tristemente célebre por el apodo de Sicópata de Alto Hospicio, abandonaba la Unidad de Alta Seguridad del recinto penitenciario. No iba engrillado, aunque caminó con esposas.
El reo condenado por los crímenes más brutales que se recuerden del último tiempo, es trasladado de forma reservada y con altas medidas de seguridad por lo que el resto de la población penal no se dio por enterado. ¿Su destino? La cárcel de Alta Seguridad Colina 1, ubicada en el sector norte de Santiago.
Un piquete enviado especialmente desde la Unidad de Servicios Especiales Penitenciarios (USEP), con base en la capital, e integrado por seis funcionarios fue el encargado del traslado.
Las razones, por las que Julio Pérez Silva dejó la cárcel de Acha para arribar a la Región Metropolitana, las explica a La Cuarta el teniente coronel de Gendarmería Leandro Pincheira, jefe de Unidad (S) del Complejo Penitenciario de Acha en Arica: "Empezó a solicitar un traslado porque tenía unos familiares en Santiago y quería tener una actividad laboral con más especialidad de la que se le daba acá".
El oficial agregó que en Acha se dedicaba a realizar oficios artesanales y el condenado quería emprender un oficio más industrial.
Según fuentes penitenciarias, su pareja, la iquiqueña Nancy Boero, que en los casi 10 años que lleva tras las rejas nunca ha dejado de visitarlo, se habría trasladado a vivir a Santiago.
Julio Pérez Silva ingresó a la Cárcel de Alta Seguridad de Acha cuando tenía 41 años. Durante toda su estadía el hombre alegó que era una santa paloma y que había sido mal condenado.
"Él constantemente realizaba escritos dirigidos al tribunal, o a alguna ONG para que lo defendiese. Señalaba que tenía una mala condena porque él nunca ha reconocido el delito", sostuvo el alcaide subrogante Leandro Pincheira.
Según el mayor de Gendarmería, Luciano Chávez, el condenado a un total de 50 años "era respetuoso con los funcionarios de Gendarmería y no daba problemas".
Dentro de la cárcel se dice que "El chacal de Alto Hospicio" era medio "perseguido".
"Siempre andaba a la defensiva. Siempre mandaba escritos para autoconvencerse de que no cometió los delitos y para que el resto de la población penal tuviera dudas sobre su condena. Se preocupaba mucho de que nadie hablara mal de él", señaló una fuente cercana dentro de la cárcel.
A tanto llegó su pataleo que el 4 de octubre del año pasado Pérez Silva inició una huelga de hambre que tenía fecha de término "hasta las últimas consecuencias", esperando que la justicia reabriera su caso.
En su momento, la pareja del condenado planteó que él buscaba que de una se aclarara la verdad, que según Pérez, era muy distinta a la condena recibida.
Transcurrieron 29 días hasta que el condenado decidió abandonar su huelga de mastique.
Por su parte, en octubre de cada año, los familiares de las mujeres asesinadas se reúnen en un memorial en el mismo Alto Hospicio.
Paralelamente cada familia de las víctimas recibe una pensión de 220 mil pesos. En el caso de las que eran madre al momento de ser asesinadas, el dinero está destinado a solventar en parte la crianza de sus hijos huérfanos.
26 DE FEBRERO DE 2004
RECIBE TRIPLE CONDENA
La ministra en visita Eliana Araya condena a Julio Pérez Silva a 20 años de presidio por 14 homicidios calificados de mujeres, a otros 20 por dos violaciones y a una década más por un asesinato frustrado. Con 41 años entonces, Pérez deberá permanecer mínimo hasta los 83 si no hay rebaja de pena. La sentencia estipula además que debe pagar 20 millones de pesos a cada una de las víctimas, por tanto, tendrá que hacer caja para cancelar casi 300 millones de pesos.
17 DE SEPTIEMBRE DE 1998
GRACIELA, LA PRIMERA DE CATORCE
Ese día Graciela Montserrat Saravia (17) es recogida por Julio Pérez en la costanera de Iquique. La mató y la abandonó en una playa. Luego vendrían las violaciones y crímenes de Viviana Garay (16), Katherine Arce (16), Patricia Palma (17), Macarena Montesinos (15), Macarena Sánchez (14), Laura Sola (15), Gisela Melgarejo (36), Angélica Palape (45), Deysi Castro (16), Sara Gómez (18), Ornella Linares (16), Angélica Lay (24) e Ivonne Carrillo (15).
3 DE OCTUBRE DE 2001
BÁRBARA N. FUE CLAVE EN EL CASO
El 17 de abril de 2001 una joven de 16 años, de nombre Maritza, vive para contar que fue violentada, pero no logra ver a su atacante, aunque las muestras biológicas tras su violación son registradas y guardadas. Pero el 3 de octubre un automovilista encuentra botada en la carretera a una muchacha bañada en sangre. Era Bárbara N., quien sobrevivió al ataque y permite con su testimonio dar caza al sicópata. Su ADN es comparado con las muestras del ataque a Maritza y coincide.