Cuesta harto elegir la razón pa' explicar por qué Erika Olivera es tan grande. Lo más fácil sería decir que los cinco Juegos Olímpicos en que defendió a Chile es la principal, pero pensar que lo hizo mientras criaba a cinco hijos, tras superar el trauma de las violaciones que, según ella, sufrió por parte de su padrastro, la eleva al toque a nivel de leyenda.
Una que partió inscribiéndose en las calles de Puente Alto, donde una espinilluda joven se entretenía persiguiendo a las micros amarillas y de paso iba cachando que tenía dedos pa'l piano o, en este caso, patitas para la calle.
La historia así la fue llenando de logros. Su romance olímpico comenzó en 1996, en Atlanta. Al final completó cinco participaciones en la fiestoca de los cinco anillos (y eso que se saltó Beijing 2008 por que había sido mami).
Con la pega hecha entonces, la rucia empezó a delinear el final de su carrera, que empezó a cerrarse en Río 2016 y tuvo ayer en las calles de Santiago su última estación.
"Si me haces pensar en si imaginaba un final así hace diez años, te aseguro que no. Hace mucho tiempo que se acercaba esto y me preparé cuatro años, pero me voy feliz por todo lo que viví gracias a este deporte", largó la ídola, que hizo los 21 kilómetros como nunca se hubiese imaginado, grabándose con un palito selfie, saludando a todos los que la aplaudían en el camino y, una vez que cruzó la meta, fotografiándose con todos los que le solicitaron un recuerdo.
"Sé que voy a seguir ligada al mundo del deporte. Es lo que me mueve y me motiva, pues soy entrenadora de distintas atletas desde hace doce años y es hora de seguir apoyando a las futuras maratonistas. Tengo muchos proyectos por delante", dijo Olivera y depués atendió a un montón de gente que gozaba con sólo abrazarla.
Homenaje a Erika
Más allá de los aplausos de la gallá aplanacalles, la organización no quiso dejar pasar la oportunidad de homenajear a la corredora e instauró un premio que llevará su nombre y que será para el mejor chileno que complete los 42 kilómetros (que en esta pasada fue Francisco Méndez y que terminó noveno con un tiempo de 2:25:07).
"El que un premio lleve mi nombre es otra muestra impagable de tanto cariño recibido y cierra genial una mañana muy especial para mi", cerró la deportista que desde hoy es ex atleta, pero eterna ídolo del deporte chileno.