Durante su última cuenta pública, en junio pasado, el Presidente Piñera le metió urgencia al proyecto, convirtiéndose en ley a fines de diciembre.
A fines de diciembre, la Ley de Matrimonio Igualitario fue publicada en el Diario Oficial, y ya esta semana las parejas podían empezar a pedir hora en el Registro Civil.
En esta nueva legislación, el término de “madre” y “padre” será cambiado por “progenitor”; en tanto, en vez de “marido” y “mujer”, se usará el concepto de “cónyuges”. Respecto apellidos de los eventuales hijos, serán los contrayentes quienes decidan en orden de estos.
Así, el ingeniero Javier Silva y el odontólogo Jaime Nazar serán los primeros que podrán pasar por el “altar” en Chile. La pareja tiene dos retoños: Clemente de un año y medio, y Lola de tan solo cuatro meses.
En conversación con LUN, ambos calificaron el día como “histórico” y recordaron con “alivio” el momento en que, durante su última cuenta pública en junio, el Presidente Piñera le dio urgencia al proyecto.
“Era una injusticia”
“Siendo padres, vimos que era necesario este cambio en la ley, porque el acuerdo de unión civil no protegía a nuestros hijos en el sentido de que si alguno faltaba”, planteó Javier; por ejemplo, que “el que no es padre biológico no tenía ningún tipo de custodia”.
“Somos familia que existimos y nuestros hijos estaban en desventaja frente a los demás”, recalcó. “Esto era necesario”.
Jaime, por su lado, destaca que ahora será “increíble saber que nuestra familia, nuestros hijos, no tienen nada que temer, que son iguales ante la ley que los hijos de nuestros vecinos, que podemos optar a los mismos derechos”.
“El matrimonio igualitario no le impacta en nada el resto de la ciudadanía, pero sí era una injusticia que nosotros no lo pudiéramos tener”, remarcó. “No podíamos optar al postnatal; yo tuve uno porque la empresa me lo dio”.
Además, Javier mencionó que han tenido dificultades para ponerles las vacunas a sus retoños, en vista de que solo uno de los padres puede hacer los trámites médicos; o que los pequeños no podían salir del país porque, al no haber una mamá, “no había permiso de salida”.