Sir Paul ahora sí nos tiene arrodillados y con tiritones

Era finales del año 1993 y la visita debut de Paul McCartney no estaba generando el interés y la catarsis que sí se veía en otros lados del mundo.

Esa vez la marca de pilsen auspiciadora tuvo que inventar una promoción de emergencia para tratar de llenar el Estadio Nacional, pero aun así se pudo ver ene alfileres en el recinto.

Esta vez la cosa es distinta. Ya han pasado 17 años desde ese inolvidable espectáculo, época en la que asistir a los megaeventos todavía no era una costumbre para los chilenos. Harta agua ha pasado por las cañerías y la barra ya no tiene atados en pagar las carísimas entradas con efectivo o con tarjeta en 20 mil cuotas. Da lo mismo si la entrada más cara cuesta más de un palitroque, como en el caso de Sir Paul , porque la barra ya se acostumbró a jugársela toda e ir a vacilar ante tamaños shows mundiales.

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