Sólo faltó Bruce Willis

Muy importante será el caballero, pero al presi gringo lo cuidan tanto, tanto que no puede ni tomar agua tranquilo, y sus guardaespaldas revisan y luego le dejan sellados hasta los vasos con el vital elemento con los que Barack Obama refresca el gaznate mientras discursea.

El manso operativo de seguridad en torno al mandatario partió con cuática, porque la comitiva extranjera procedente desde Brasil venía más que aperada.

Aparte del enorme avión en el que viaja el gobernante, conocido como Air Force One y que tiene sala de cirugía y hasta un gimnasio dentro, los gringos llegaron con otros cinco aviones C-17 donde transportan una cachada de leseras.

Apenas ingresaron a territorio nacional, las ilustres visitas fueron escoltadas en pleno vuelo por dos aviones F-16 de la Fuerza Aérea de Chile (Fach), para que cacharan que aquí las cosas no se hacen al lote.

Entre los artículos que trajeron los norteamericanos en sus aviones se cuentan 4 limusinas blindadas, donde la que utiliza el moreno es conocida como "La Bestia", porque es tan cototuda que resiste hasta ataques con misiles.

Junto al armamento, equipo tecnológico, sistemas de comunicación y otros chiches, los estadounidenses también trajeron dos vehículos de seguridad que escoltan a las limusinas, y hasta el combustible viene incluido.

Cómo serán de perseguidos los afuerinos con el terrorismo internacional, que incluso trajeron hasta un helicóptero llamado Marine-One, por si hay que apretar cachete de emergencia con don Barack.

El cototo despliegue también le llevó francotiradores fondeados en distintos puntos por donde se desplazó el mandatario, por si a algún rayado se le ocurría hacer el mínimo gesto de agresión contra el presi. Los tiradores expertos se ubicaron en zonas altas y azoteas del centro de Santiago, y nadie los cachó.

A diferencia de lo que ocurrió en 2004 con la visita de George W. Bush, cuando la excesiva seguridad del presidente gringo llevó a un encontrón entre el Servicio Secreto norteamericano y los polis chilenos, el jefe de seguridad de Obama, Joseph Clancy pasó casi inadvertido.

El único atado, que pasó casi piola, ocurrió por los honores militares que rindió personal de la Fach a Obama cuando bajó de su avión, los que se realizaron con fusiles sin bayonetas.

La decisión se adoptó luego que el Servicio Secreto le diera color a la presencia de armas blancas cerca de la morena autoridad, temerosos de que a algún uniformado criollo lo poseyera el demonio y le pegara un tajo.

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