Son todos casados

No estoy sola en la duda. El tipo vuelve herido de la pichanga, te está contando sobre la pelea en la cancha y la narración, del tropezón con el del equipo contrincante, va y viene, sin que una entienda el punto. Pero al final, ¿quién tuvo la culpa?, le preguntas.

Él te mira desconcertado. No, es que también la cancha estaba mojada. ¿Pero no me escuchaste?, agrega. Al final rodamos por el piso y quedé todo moreteado, te muestra. Porque eso es lo importante. No el revolcón. No la narración pormenorizada que se debe escuchar paso a paso, muslo a muslo, sobre el revolcón. Son huevás que se imagina una. Después de todo a ninguno pareció llamarle la atención el ilustre caso del 'Dedo de Jara'.

En fin, allá ellos, son todos casados y los que no parecen pertenecer a una cofradía secreta de prometedores bachelors, donde les es común y normal acciones como el "Dedo de Jara".

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