En una concurrida esquina de Santiago centro se instala hace cuatro años un carrito de sopaipillas que hace dos semanas ofrece un invento que posicionará a la cocina chilena entre las más sofisticadas del mundo.
Se trata del sopaipi-burger, un manjar que le lleva una hamburguesa con una rodaja de tomate, lechuga picada y mayonesa entre medio de dos sopaipillas.
El carro se instala de lunes a viernes entre las 8 y las 21 horas y a su cargo está Tomás Saavedra, quien usa guantes y se lava las manos a cada rato para atender.
El administrador de la microempresa contó que él, junto al dueño del carro, estaban pensando qué hacer para que las ventas no bajaran tanto durante el verano, y se les ocurrió elaborar el producto al cual le pueden sacar más porcentaje de ganancia al venderlo a $500.
"Nos ha ido súper bien, los vendimos todos, el otro día nos compraron 50 sopaipi-burger en un día", contó el maestro cocinero.
Las hamburguesas las lleva cocidas desde su casa, al igual que el tomate y la lechuga picados, y sólo las sopaipillas las fríe en el instante, por lo que el sánguche entra en la categoría de comida rápida.
La hora en que más venden es la de almuerzo y algunos clientes se comen varios en una jornada.
Para hablar con propiedad probamos uno y podemos decir que no nos volvió a dar hambre nunca más. Su sabor es delicado como una mariposa nocturna, la hamburguesa tiene la consistencia adecuada y es un complemento perfecto de las sopaipillas. Con mostaza es un verdadero orgasmo.
"Hemos pensado patentar el invento para que no lo copien", remachó Tomás.
El sopaipleto es lo mejor para el bajón
Es una calórica mezcla de origen talquino que causa furor entre camioneros y los cabros con bajón de hambre. Es un sánguche de 20 centímetros de diámetro que lleva una sopaipa, vienesas partidas por la mitad, chucrut, tomate picado y otra sopaipa. Al embeleco se le agrega palta, mayonesa, mostaza y ketchup.
Papapleto: patrimonio de la humanidad
Es un patrimonio de la humanidad creado en Valparaíso no recomendable para quienes deseen disfrutar de “un verano sin polera”.
El bocado es muy parecido a un completo, pero la vienesa es reemplazada por un cerro de papas fritas y cubiertas -según el gusto del consumidor- con palta y chucrut.