Llegó lejos: El sueño espacial de un chileno en la NASA

Vino por dos días a Chile, pero salvo el tiempo dedicado a dormir y ver de pasada a sus familiares, casi todas las 48 horas de su visita estaban agendadas y el principal de esos compromisos que lo sacó de su trabajo en Silicon Valley, en San Francisco, Estados Unidos, fue su participación en la vigésima edición de la Fidae. Entre los rugidos de turbinas y motores hizo tal vez una de las más interesantes exposiciones de la IV Conferencia Espacial, "Las oportunidades del Espacio: visión de un chileno en NASA".

Eso, porque Eduardo Bendek, 38 años, casado, sin hijos, ingeniero, máster, doctor en óptica y premiado científico de la Agencia Espacial Norteamericana, tiene el sueño de que el país pueda aprovechar el potencial de sus cielos para escudriñar el cosmos y convertir las áreas de observatorios en un producto más valioso que el cobre.

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"De aquí a 2025, Chile será el anfitrión del 70% de los recursos mundiales que se inviertan en infraestructura para la astronomía, lo que se debe aprovechar para crear un ecosistema científico y crear una industria tecnológica avanzada", sostiene ante una audiencia especializada.

Él tiene el modelo de Silicon Valley, el complejo de alta tecnología donde comparten industrias de punta, entre ellas la NASA, su lugar de trabajo.

- ¿Qué falta para crear una especie de Silicon Valley en Chile?

- Es más simple de lo que parece, porque es un tema de coordinación entre el Gobierno, empresas y universidades más los vehículos apropiados de financiamiento y dar la energía suficiente al sistema para que pueda funcionar.

Un sueño. Pero el símil de Silicon Valley en el árido norte chileno fue una pequeña porción de su tiempo en la conferencia, porque el grueso de ella lo dedidcó para contar el trabajo que lo fascina y que comenzó como otro sueño, en su infancia: los exoplanetas, cuerpos celestes que orbitan en un sistema distinto al Sol y que, en este caso, pueden albergar vida.

Una vez cuando niño despertó a todos en su casa porque logró ver Júpiter con su telescopio y supo que su futuro estaba en surcar los cielos y el espacio. Pero no pudo tener las alas para dirigir una aeronave de guerra: "Quise ser piloto de combate, pero no resultó porque tenía miopía, pero soy piloto civil, tengo licencia y vuelo en Estados Unidos". Por ello tampoco fue astronauta, pero en 2012 recibió el Premio de la Comunidad Postdoctoral de la NASA, entidad en la que es investigador principal en diseño óptico: "Es una oportunidad única, mi sueño de niño, un privilegio y estoy feliz de estar ahí".

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Ahora sus ojos están puestos en Alfa Centauro, un sistema solar binario (con dos soles), donde existe un planeta que puede ser similar a la Tierra. Para eso está desarrollando un telescopio que pueda observarlo con más detalle, pero no es un gigante como el Hubble, sino que una maravilla de 45 centímetros: el ACEsat, que se basa en dos principios. El primero, una nueva y mejorada tecnología; y el segundo, la optimización sólo para observar Alfa Centauro.

"Por eso es que este es un proyecto poco tradicional, porque es de especialización. Es algo que antes no se hacía, pero en la medida en que los descubrimientos de astrofísica se vuelven más importantes, sí se debe ir en esta dirección", afirma.

- ¿Usted inicialmente creó un telescopio de apenas 25 cm?

- Eso partió porque yo propuse un sistema óptico colapsable, que pudiera comprimirse en un sólo plano y después en el espacio expandirse. Y me di cuenta de que solamente con 25 cm se podía tener una resolución suficiente para ver Alfa Centauro.

Sus razones

- ¿Por qué observar Alfa Centauro?

- Porque es la estrella más cercana a la Tierra y, cuando se está hablando de telescopios, mientras más lejos es más difícil ver las cosas por un problema de resolución. Por eso Alfa Centauro es el candidato natural para observar.

- ¿Qué pasa si se logra una imagen de un planeta similar a la Tierra en Alfa Centauro?

- Si es sólo de un planeta, sería un avance en la astronomía, pero lo de gran impacto sería si descubriéramos oxígeno, porque es un indicador casi inequívoco de vida y eso cambia el paradigma de si estamos solos en el universo.

Este es el sueño del chileno que fabrica telescopios diminutos enfocados en un sistema ubicado a 260 mil unidades astronómicas del planeta. "Una unidad astronómica es la distancia promedio entre la Tierra y el Sol, que es de 149 millones de kilómetros", aclara Bendek.

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