Después de varios días de pasearme en Tinder, finalmente me junté con "Casado" y salí de copas con "Marruecos". Como soy incapaz de recordar los datos biográficos de las personas o lo que es peor, quién es quién, les pongo motes.
Suena a algo menor, pero siempre meto las patas: a una compañera de oficina le digo Florencia, se llama Hortensia… en mi defensa puedo decir que ambos son nombres de flores o cuando saludé en el mall a la Pancha Lagos, la hija del ex presidente, como si hubiésemos sido compañeras de universidad. Un verdadero "trágame tierra". También me pasa con los minos, no recuerdo sus nombres y a veces tampoco si me metí con ellos. Dicen que un "caballero" no tiene memoria, ese es mi espíritu, pero reemplácese por "dama".
"Casado" resulto un ser curioso. Arquitecto, apellido vinoso (Larraín), cuatro hijos (todos estudian en la Católica), ex opus Dei y de misa dominical en familia. Es de esos que dicen que están en Tinder para conocer gente diferente, ampliar su círculo y ver otras miradas, como si los ciudadanos de a pie fuésemos unos extraterrestres.
Soy bastante normalita, como todos hago malabares para llegar a fin de mes, mis hijos no son perfectos, arriendo, no tengo nana, siempre cocino lo mismo y mi casa es un desastre, al desorden de dos adolescentes se suman goteras, un jardín (que no mide ni 10 m2) que parece una selva, llaves de cocina y de baño que no funcionan y un largo etc. de mantenciones pendientes. Digamos que fue debut y despedida, ese tono de superioridad y de machismo trasnochado me descolocó.
"Marruecos" fue otra cosa. Me pasó a buscar en la moto y eso de ponerse un casco y agarrarlo por la cintura me hizo sentir una veinteañera. Digamos que me creí el cuento todo el rato, me cagué de frío con el viento, pero siempre estoica. En mi cabecita imaginaba que cuando me sacara el casco mi pelo caería de forma sensual, como las protagonistas de películas de autos, pero ¡¡¡No!!! Mi cara estaba rojísima, mis manos, pese a los guantes, estaban congeladas y el pelo era un enredo. Pero parece que mi falta de glamour y mi cara de pobrecita, se anotaron un punto, el primero de la noche. Me cogió la cara con las dos manos, me robó un beso y así, como si nada, entramos a un bar.
La noche fluyó, los astros estaban alineados. Además de ser fanático de las motos -trabaja en una automotriz- es bombero. Sólo las mujeres entenderán, pero un sueño erótico es estar con un "chico bueno"; la fantasía es que alguien que es capaz de apagar un incendio, tiene que ser un as en la cama. Esa es la lógica de las mujeres que esperan que alguien las saqué de su monótona vida. No es mi caso, soy bastante acontecida, pero digamos que cumplí un sueño, el primero de una larga lista.