Tata tetera de campo tapó jacuzzi de motel con calzoncillos largos

Una pareja de maduros amantes, que llegaron hasta un motel dispuestos a follar hasta que se les desprendieran las placas dentales, casi provoca una tragedia extramarital, cuando el jacuzzi (genérico) en que se relajaban se tapó con los calzoncillos largos del varón y luego intentó absorber al flacuchento veterano.

El incidente ocurrió en el bungalow 15 de un motel ubicado en el sector de Vista Hermosa, cerca de Teno, en la Región del Maule.

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Según uno de los empleados, la pareja, de aproximamente 65 años cada uno, pero con la carrocería en muy buen estado, pidió pasar la noche en una ruca con jacuzzi, y para calentar motores ordenó dos güiscachos dobles.

Al rato una de las mucamas que pasó frente a la cabaña con una bandeja de pisco sour y maní salado escuchó gritos de espanto, seguidos por el clásico ¡glu!, ¡glu! que emiten los náufragos. Y luego el silencio...

Temiendo lo peor, la joven hizo sonar la campana de alarma y un equipo de salvamento llegó hasta la zapie. Lo que allí observaron los dejó mudos de pavor. Una catarata de agua escapaba por debajo de la puerta, mientras que los chispazos de los cortocircuitos iluminaban como noche de tormenta el interior. Sin pensarlo dos veces, ingresaron justo a tiempo para evitar que el varón fuera absorbido por un remolino de agua tibia y perfumada con lavanda, que se había formado en el centro del masajeador hidráulico.

La pareja, en pelotas, fue puesta a salvo y ya repuesta de la impresión relató su escalofriante aventura erótica. Resulta que para no resfriarse, ella se metió al agua con enaguas y un chal de lana, mientras que su compañero lo hizo con calzoncillos largos matapasiones y calcetines con rombos. Mientras retozaban como focas lujuriosas en la laguna artificial, de improviso el sifón se tragó el calzoncillo del macho y luego devoró sus calcetines. Cuando el artefacto se rebasó y comenzó a inundar la habitación, el galán, dando muestras de inaudita temeridad, se sumergió en las turbulentas aguas, sin el equipo ni conocimientos de buceo, para destapar la tina y recuperar su ropa interior. Fue esta audaz e irreflexiva acción la que puso en riesgo los años dorados del alojado y las instalaciones del local,  que, a la hora de mirar el cuento con un cristal positivo y esperanzador, mostró el profesionalismo, experiencia y capacitación de su personal para enfrentar este tipo de incidentes.

J. Pinto/M. Vega

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