Un cototo remezón de piso, que en la Región de Valparaíso alcanzó grado 5 en la Escala de Mercalli, se registró a las 18.18 horas de ayer entre Illapel y Rancagua.
Los más asustados fueron los porteños, que durante unos 30 segundos vieron cómo se sacudían las ciudades de Valparaíso, Viña del Mar y La Ligua, especialmente, pero sin que se produjeran desgracias personales ni daños.
En Santiago, Quilllota y Melipilla el temblor tuvo una intensidad de 4 grados, según la Oficina Nacional de Emergencia (ONEMI).
En Rancagua, el movimiento se percibió con grado 3, mientras que en Salamanca e Illapel con intensidad 2.
El Servicio Sismológico de la Universidad de Chile aseguró que el temblorcillo tuvo una magnitud de 5,9 grados en la escala de Richter, pero el Servicio Sismológico de Gringolandia se fue al porcino y juró que fue de 6,3 grados en la misma escala.
El epicentro -en eso sí estuvieron de acuerdo- estuvo a 30 kilómetros de profundidad a la altura de La Ligua, en la Región de Valparaíso.
Como sea, el movimiento causó tiritones de pera a miles de chilenitos, especialmente los que a esa hora estaban laburando o en sus palacetes en edificios de altura.
Pero la cosa no paró ahí. Ocho minutos más tarde, a las 18.26 horas, se sintió un segundo temblor, menos intenso y más corto, que igual obligó a la gallá a apretar cachete a lugares seguros. Y para rematarla, a las 18.49 horas vino el tercero, cercano a los 3 grados, con menor duración que el primero.
La ONEMI advirtió que los dos últimos meneos corresponden a réplicas del más cototo y que podrían seguir produciéndose otros. ¡Que nos pille confesados!